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viernes, 21 de enero de 2011

Estados Unidos fue el animador de la masacre. Los cables de WikiLeaks acerca de la carnicería israelí en Gaza


Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


CounterPunch ha tenido acceso al archivo de cables de WikiLeaks sobre el ataque de Israel a Gaza de hace dos años (Operación Plomo Fundido, 27 de diciembre de 2008 a 18 de enero de 2009). Aunque los cables hacen a menudo un refrito de las informaciones que aparecen en la prensa israelí, proporcionando escasas aportaciones sobre el ataque de Israel o la forma de planificarlo, muestran con claridad implacable que el gobierno de Estados Unidos fue poco más que criada y amanuense de la maquinaria militar israelí.

Los cables dejan claro, si es que se necesitaban más revelaciones, dónde se situaban exactamente los EEUU con respecto a los ataques, no provocados, contra los palestinos y otros vecinos árabes. Aunque la Operación Plomo Fundido tuvo lugar durante los últimos días de la administración Bush, y acabó dos días antes de que Barack Obama fuera investido, cada una de las políticas de Obama de los siguientes dos años –incluido el repudio de su gobierno del Informe Goldstone, donde se detallaban las atrocidades israelíes y los crímenes de guerra durante la Operación- ha demostrado la sorprendente continuidad del apoyo prestado a las acciones israelíes.

Los cables aportan un relato notablemente parcial del asalto. Debido a que toman a diario su información fundamentalmente de los medios israelíes, los cables llevan la cuenta de los cohetes lanzados hacia Israel desde Gaza y describen dramáticamente “las muñecas quemadas y los destruidos juguetes de los niños” en una guardería desocupada de Beer Sheba alcanzada por un cohete, pero no menciona prácticamente el intensivo bombardero aéreo y artillero contra Gaza, incluida su población civil. No hay información alguna sobre los bebés palestinos calcinados y muy poca sobre las propiedades destruidas en Gaza. Incluso los medios occidentales proporcionaron una cobertura más exacta de las víctimas palestinas de la que ahí se recoge.

Los cables de la embajada de EEUU proporcionaron alguna información sobre las víctimas palestinas, pero tal información fue mínima. En un cable enterrado entre toda la colección, aproximadamente diez días después del asalto, se citan informaciones de la prensa occidental con una única información sobre 530 palestinos asesinados. Esto se produjo en un punto en el que los cables recogían la muerte de cinco israelíes. Las bajas israelíes aparecen continuamente repetidas. Eso supone más o menos una ratio de 100 a 1 palestinos muertos frente a los muertos israelíes, pero de esto no se dice nada en los cables estadounidenses. En unos pocos casos, los funcionarios consulares estadounidenses informan de los puntos de vista de unos cuantos habitantes de Gaza, trasladando con franqueza la angustia palestina, pero incluso en esta ocasión, cuando un gazatí informa de que su ciudad está siendo salvajemente atacada por el fuego israelí, los cables valoran su información refiriéndose a “lo que él denomina como ‘indiscriminado’ fuego israelí”.

Siempre que los cables mencionan que un lugar específico en Gaza ha sido atacado o destruido, incluyendo hospitales y mezquitas, repiten las afirmaciones israelíes sin cuestionarlas; por ejemplo, el 2 de enero se informó de que la Fuerza Aérea israelí había destruido una mezquita que “según diversos informes sirve como depósito de armas y centro de comunicaciones”. La embajada informa, sin un hálito de escepticismo, de la afirmación israelí a mitad de la operación de que los operativos de Hamás estaban reconstituyendo “cierto mando y capacidades de control” en el Hospital Shifa de Ciudad de Gaza disfrazándose ellos mismos de doctores y enfermeras.

El primero de esa colección de cables revela el sesgo estadounidense al informar, varios días antes de que empezara la Operación Plomo Fundido, de que en Israel había habido presiones para que se “respondiera” a los ataques de cohetes desde Gaza, “ya que Hamás anunció el 19 de diciembre el final de la ‘tahdiya’ [el acuerdo de tregua]. Todo este esfuerzo por poner la responsabilidad de las hostilidades sobre Hamás ignoraba el hecho, que no era ningún secreto para todos los que seguían la situación en aquel momento, de que era Israel quien el 4 de noviembre había violado la tregua que estaba en vigor desde el mes de junio anterior cuando lanzó una incursión, que nadie había provocado, en el interior de Gaza matando a varios palestinos. La acción de Hamás al poner fin a la tregua semanas después fue una respuesta a la violación de Israel.

La prueba más vergonzosa de la parcialidad estadounidense –y la única instancia de análisis o asesoría política en esta colección de cables- se produjo también antes de que empezara la Operación. “Nuestra recomendación”, escribe el Embajador James Cunnigham el 22 de diciembre, “es que el gobierno de Estados Unidos empiece a culpar a Hamás de la ilegitimidad de su gobierno en Gaza, de su política de lanzamiento de cohetes, de permitir que otras facciones lancen cohetes y morteros contra objetivos israelíes y de su decisión de poner fin a la ‘tahdiya’ o período de tregua”. Cunnigham parece confundir causa y efecto: incluso aunque el gobierno de Hamás fuera ilegítimo, que no lo es –Hamás fue elegido democráticamente tres años antes-, no es una presunción habitual que una ilegitimidad política justifique un ataque masivo militar. Y no lo es sobre todo porque, como EEUU debía saber, Hamás no provocó las hostilidades. Cunnigham sigue adelante recomendando apoyar “el derecho de Israel a la autodefensa”. Al parecer, Hamás no tiene tal derecho para defender a los gazatíes del ataque israelí.

La embajada pule su conciencia “haciendo hincapié en nuestra preocupación por el bienestar de los inocentes civiles palestinos y la disposición estadounidense para procurar ayuda humanitaria de emergencia”. Esta la única mención a los inocentes civiles palestinos en toda la colección de cables.

La hipocresía es flagrante. La parcialidad mostrada aquí por EEUU no es, obvia y absolutamente, un fenómeno nuevo. Pero aquí aparece expresada claramente, con puntos y comas: la diplomacia animando a la masacre y el genocidio (un término utilizado por no pocos judíos y otros comentaristas durante el ataque contra Gaza). Tales atrocidades están muy bien a los ojos de EEUU cuando es Israel quien las comete pero Hamás no debe ni atreverse a respirar.

Kathleen Christison fue analista de la CIA y es autora de varios libros sobre la situación palestina, entre ellos Palestine in Pieces, escrito junto a su difunto marido Bill Christison. Puede contactarse con ella en:

kb.christison@earthelink.net

Fuente: http://www.counterpunch.org/christison01192011.html

rCR

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120763

martes, 9 de noviembre de 2010

Lo que verdaderamente importa de Wikileaks

por Miguel Maury Guerrero, AIN *

Wikileaks, página web de reciente factura, trae de cabeza a la cúspide del gobierno estadounidense. Léase el Pentágono, como principal acusado, y tras él vienen a rastras la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

Pero también lo está el brazo legislativo que se alberga en el Capitolio y, por último, los probables encargados en tratar de silenciar al nuevo engendro informático y mitigar las consecuencias de sus filtraciones.

Tales son los casos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otras del Complejo, a duras penas integrado en el Departamento de Seguridad Interna.

El nombre del espacio se desglosa en la expresión hawaiana “wiki”, que significa rápido y “leaks”, del inglés, para designar una "filtración".

Hace muy poco, el sitio web, creado por William Assange, conmocionó a la opinión pública internacional con la publicación del vídeo que reflejaba la matanza injustificada de 12 civiles en Bagdad, entre ellos dos niños, por parte de un helicóptero norteamericano.

Pero aún antes, Wikileaks se había iniciado como medio independiente dedicado a publicar los secretos de los infractores de cualquier parte, filiación y objetivos; suerte de Robin Hood cibernético.

Las ejecuciones extrajudiciales efectuadas por el régimen de Kenia en 2008, la publicación del listado de nombres, direcciones y teléfonos del archi racista Partido Nacional Británico, el criminal vertido de tóxicos por parte de una compañía local en Costa de Marfil, con saldo de seis muertos y 85 personas hospitalizadas, han sido algunos de los impactos sobresalientes de la controvertida página digital.

"Palo periodístico" importante, que reclamó la atención internacional, lo fue la reciente aparición en ese sitio de 92 mil documentos clasificados de las Fuerzas Armadas estadounidenses, sobre la guerra en Afganistán.

Los informes secretos, provenientes de servicios de inteligencia, colaboradores afganos con la estación CIA en la embajada norteamericana en Kabul y otras fuentes, demuestran cómo los soldados del Tio Sam asesinaban indiscriminadamente a civiles afganos y que allí la contienda experimenta un peligroso estancamiento.

La más reciente aparición en Wikileaks de la nada despreciable cifra de 400 mil documentos clasificados del Pentágono sobre la guerra en Iraq, ha roto los records de paciencia del centro de poder estadounidense y provocado la expectación internacional.

Estos añaden nuevos, abundantísimos e irrebatibles argumentos sobre la injustificada criminalidad de los uniformados estadounidenses en Iraq, su falta de humanidad y de ética, como en los peores momentos de la contienda en Vietnam (1959-1975).

De cara al fenómeno que ahora deleita a los “internautas”, son muchas las interrogantes que se plantean los analistas y medios de prensa.

Unos y otros se cuestionan quién es realmente William Assange y cuáles sus móviles en lo que se empeñan en hacer aparecer como suerte de guerra personal del australiano contra el Pentágono.

Otros se preguntan cómo ese jóven “hacker” y sus asociados pueden llegar, y con tanta profusión, a los más oscuros secretos militares estadounidenses.

De frente al valor acusatorio que revisten los impresos y filmaciones de Wikileaks, tales cuestionamientos más bien devienen fútiles intentos por desvirtuar y apartar la mirada de todos.

Ametrallamientos indiscriminados de civiles, violaciones, vejaciones, mutilaciones, todo el arsenal de horror emerge de los impresos y vídeos expuestos a solo el “clik” del “mouse”.

Ante tantas verdades acusatorias, poco importa quién las da conocer y por qué. Ya nadie ignora los muy tangibles objetivos económicos que mueven las contiendas de la Casa Blanca en distantes naciones como Iraq y Afganistán.

Sus soldados, conscientes de tan poco patrióticos móviles, no tienen reparos en buscar diversión en la matanza innecesaria de seres humanos.

Esos reciclados horrores hitlerianos presentes en muchos militares estadounidenses, y las crecientemente cuestionables motivaciones bélicas de Washington, constituyen manchas demasiado molestas.

De cara al futuro, tales ignominias son tan difíciles de borrar como de olvidar. He ahí lo que realmente importa.

AIN
http://www.ain.cu/

http://www.voltairenet.org/article167458.html

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