El problema se originó, por la presencia de los Embajadores estadounidense y francés en la ciudad de Hama, apoyando a los manifestantes antigubernamentales.
Como consecuencia de ello, una multitud enardecida entró a la Embajada de Estados Unidos rompiendo ventanas y colocando una bandera siria en la fachada del edificio. Lo propio sucedió en la Embajada de Francia que sufrió dos ataques.
Siria convocó a los Embajadores de esos países acusándolos de una "injerencia clara en los asuntos internos sirios y una confirmación de la existencia de un apoyo extranjero que quiere desestabilizar la seguridad y la estabilidad del país en un momento en el que comienza el diálogo nacional destinado a construir el futuro de Siria".
Según fuentes de la Cancillería, ambos Embajadores viajaron a Hama sin el permiso previo de las autoridades locales, lo que es considerado por el gobierno sirio como una violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en cuanto a la obligación de no intervenir en los asuntos internos de los países ante los que están acreditados.
Por otra parte, los comentarios de la Secretaria de Estado Clinton produjeron una nueva escalada en el enfrentamiento diplomático entre Washington y Damasco, al afirmar que Bashar al Assad ha perdido legitimidad y que por lo tanto ya no es "indispensable". La respuesta siria no se hizo esperar y tildaron de "provocación e injerencia" las palabras de Clinton, condenándolas enérgicamente como una "prueba más de cómo Estados Unidos interfiere en los asuntos internos sirios".
Aunque no este clara cuál es la estrategia norteamericana en este asunto, evidentemente, a partir de la visita de Ford a Hama, Estados Unidos ha empezado a tener una participación más visible en la revuelta que afecta a Damasco.
Hama refleja visiblemente lo que hoy atraviesa Siria, un país sometido a una intensa ofensiva política, una violencia terrorista impuesta y azuzada desde el exterior, y una embestida mediática en la que no se escatiman distorsiones y falsedades sobre la realidad.
Mientras, el pueblo -que siente las tensiones y los efectos de los resultados de esa campaña- desarrolla su vida sin perder las esperanzas de que todo vuelva a la normalidad.
Esta urbe, capital de la provincia homónima en el centro del país, fue prácticamente tomada por grupos de extremistas armados acompañados de turbas violentas del 31 de julio al 8 de agosto, días en los que cometieron saqueos, destrozos materiales y crímenes como el descuartizamiento de los cuerpos de 17 policías muertos.
Los agentes fueron sorprendidos a la 05:30 hora local por una banda de individuos bien pertrechados que los atacaron y destruyeron su estación en el barrio al-Hader; a continuación, los terroristas cortaron los cadáveres y los lanzaron desde el puente sobre el río Al-Assi, contaron residentes a periodistas internacionales que visitaron la urbe.
Otras bandas destrozaron e incendiaron y el Club de Oficiales, e hicieron lo mismo en la sede del Juzgado Provincial, donde radica también la Fiscalía y la Notaría de esta provincia de dos millones y medio de habitantes. El destrozo es todavía visible.
Con grandes dificultades los trabajadores del juzgado atienden al público, pero tan solo pueden brindar el 30 por ciento de los servicios que comúnmente ofrecen por la pérdida de expedientes e información.
Acontecimientos parecidos tuvieron lugar en Daraa, Idleb, Deir Ezzor y Homs. La situación en ellos ya ha mejorado, incluso Deir Ezzor retornó a la normalidad, pero siguen ocurriendo asaltos, ataques, secuestros y otros desmanes contra civiles en las otras, incluso en Hama.
"Tuvimos que llamar en auxilio al Ejército para poder librar a la ciudad y a sus habitantes del terrorismo de esos grupos armados", relató a los reporteros el gobernador de Hama, doctor Anas A. Naem.
En el juzgado, el fiscal general Ismail Shafira afirmó que los daños materiales al edificio, muebles, equipos y el saqueo se elevan a 20 millones 200 mil dólares, a los cuales hay que sumarle 510 mil más por la pérdida de la información de los casos y los archivos.
Tales sucesos han alterado la vida de la urbe en la que todavía se percibe aprehensión. El jurista Shafira admite que aún sienten temor porque podrían ser el blanco de los grupos armados que todavía andan por la comarca.
El gobernador Naem señaló que la ciudad ya está estable, pero aún se siente aprehensión por las noches, y aclaró que se dan casos de raptos y asesinatos en poblados de la zona rural y esporádicos ataques nocturnos contra patrullas policiales y puestos militares de control.
"Los militares están aquí para protegernos de los destructores", expresó Ibrahim Hidjo, un chofer que esperaba ser atendido en el tribunal provincial. "Los necesitamos, ¿quién iba a detener a esa gente violenta?", manifestó una mujer que se identificó como Marian Mosret.
La campaña anti-siria ha dicho que esas bandas son opositores armados al gobierno del presidente Bashar al-Assad y que la integran en su mayoría desertores del Ejército, sin embargo, aparece cada vez más evidencia, de que son pertrechadas desde el exterior y en las cuales participan extranjeros.
La diversidad y el poderío del armamento y, en especial, los sofisticados equipos de comunicación incautados por las fuerzas de seguridad sirias, algunos cuyo uso tan solo lo autorizan los Ministerios de Defensa de los países fabricantes, son prueba de que han sido introducidos en el país.
Daraa, por donde estallaron las revueltas
La provincia de Daraa, donde estallaron las revueltas en Siria en marzo pasado, retorna a la normalidad, aunque acontecen ocasionales ataques terroristas por bandas armadas, comenta el enviado especial de Prensa Latina a Siria.
Todavía se aprecian en la capital provincial, de nombre homónimo, las huellas de la violencia que perturbó en marzo y abril últimos la habitual tranquilidad de esa ciudad de unos 300 mil habitantes en la porción sur siria a escasos dos kilómetros de la frontera con Jordania.
La Corte de Daraa, en la que está adjunta una comisaría, incendiadas el 20 de marzo por turbas violentas, y la sede local de la estación de radio y televisión que corrió igual suerte el 17 de abril, muestran paredes ennegrecidas, estantes y archivos calcinados y muebles chamuscados.
En las fachadas de ambas, así como en las de inmuebles colindantes son visibles aún los impactos de balas disparadas por individuos armados que aprovecharon la oportunidad para exacerbar aún más los ánimos de una parte de los manifestantes que los acompañaron en actos vandálicos, recuerda Alobidat Naif, director de la radio y televisión local.
Unos 20 policías, destacados en la estación del tribunal, resultaron lesionados y hospitalizados, la mayoría por síntomas de asfixia, rememora Naif.
Pero en la medida que las demandas de la población fueron satisfechas, entre ellas la remoción del anterior gobernador, la gente volvió a su rutina diaria, se disiparon las manifestaciones, y retorna la calma, a juicio del actual dirigente provincial, Khalid al-Hannous quien asumió el cargo en mayo.
Solo persisten pequeñas bandas de terroristas armados que se empeñan por impedir el proceso de reformas que lidera el Presidente Bashar al-Assad a solicitud del pueblo, e intentan evitar el restablecimiento total de la estabilidad, acotó el gobernador.
“La ciudad es hoy mucho más segura, la gente prosigue en su rutina y labores, y los terroristas armados que aún intentan en perturbar la tranquilidad ciudadana responden a una agenda extranjera anti-siria que alientan los centros de poder de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia”, acentuó el dirigente.
Daraa es una región de un millón 500 mil habitantes, la gran mayoría de credo musulmán sunita, cuya economía se sustenta básicamente en la producción agrícola.
La capital provincial muestra planes constructivos en desarrollo en nuevas avenidas y edificaciones lo cual es señal de prosperidad. Y en una mirada a su centro comercial se nota que la gente vuelve a las calles y padres sacan a sus hijos a comprarle golosinas.
No obstante, la experiencia recientemente y los ataques de pequeñas bandas armadas todavía acontecen aunque cada vez más distanciados e impiden desaparezca por completo la aprehensión que sienten algunos vecinos de esta localidad.
Aunque pese a temores decenas de niños y niñas juegan alegres a la hora del receso en el patio escolar, ajenos en su inocencia a los sucesos que pusieron en crisis a su región y al país.
Los muertos vivos de Siria
La televisión siria mostró con vida a Ahmad Taha, un trabajador de la refinería de Banias, quien según Al-Jazeera y al canal saudita Al-Arabiya, seguidos de otros medios como el servicio árabe de la BBC y el canal 24 francés, propalaron su muerte a tiros por agentes de la seguridad.
Ahmad Taha relató que fue secuestrado por tres individuos armados cuando se dirigía al Banco Comercial de Banias a extraer su salario. Lo retuvieron durante tres días, lo golpearon y lo tiraron inconsciente detrás de la gasolinera de Wahoud.
SANA subraya un despacho que hechos como ese para fabricar falsas informaciones se repiten, como el del asesinato del niño Sari Saoud, de cuya muerte Al-Jazeera culpó a los militares, cuando en realidad fue baleado por un grupo de terroristas armados.
En los últimos meses, grupos armados, que el gobierno sirio afirma son armados desde el exterior según evidencian confesiones de cabecillas capturados, lanzan ataques vandálicos y terroristas contra instituciones públicas y ciudadanos civiles.
Casi a diario circulan partes de muertes y heridos entre las fuerzas de seguridad y del ejército sirio, así como se informa del asesinato por esas bandas de personas inocentes.
La ONU, que se guía por fuentes occidentales, dice que han fallecido unas tres mil personas desde que comenzaron las manifestaciones en marzo, aunque Damasco insisten son unas mil 500, la mayoría personal militar y de los cuerpos de seguridad.
Tales grupúsculos operan en localidades de cuatro de las 14 provincias del país, Daraa, Hama, Homs e Idleb. El jueves el cabecilla de uno de esos grupos admitió que introducía armas desde la vecina Turquía.
Las autoridades sirias y fuentes al margen de estas, consultadas por Prensa Latina, afirman que ya no tienen lugar las manifestaciones antigubernamentales como al principio de la crisis en los meses de marzo, abril, junio y julio, y que el principal problema ahora es el accionar terrorista de esas bandas.
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