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viernes, 24 de diciembre de 2010

Entrevista a Kurt Sonnenfeld: refugiado en Argentina por haber filmado demasiado el 11-S

por Tomás D’Amico*

A un año y medio de la primera entrevista realizada al camarógrafo norteamericano Kurt Sonnenfeld por la Red Voltaire, este ex funcionario del gobierno de EEUU fue testigo y filmó los restos de las torres gemelas destruidas durante los ataques del 11 de septiembre 2001. Su testimonio desmiente la versión oficial de Washington. Sonnenfeld nos brinda sus reflexiones acerca de su dramática experiencia y nos actualiza sobre su persistente estado de vulnerabilidad frente al gobierno de su país. Entrevista de nuestro colega Tomás D’Amico desde Argentina.


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Kurt Sonnenfeld, Buenos Aires, Diciembre 2010.
Foto: Tomás D’Amico

Kurt Sonnenfeld es el único estadounidense que vive refugiado en la Argentina. Estuvo preso en su país en 2003 bajo sospecha por la muerte de su mujer, pero la Justicia lo declaró inocente. Unos meses después vino a la ciudad costera de San Bernardo a descansar y acabó en Buenos Aires, donde conoció a Paula, su actual esposa y madre de sus mellizas de cuatro años, Scarlett y Natasha. Desde su partida de Estados Unidos, la Embajada norteamericana presentó cuatro pedidos de extradición que han sido rechazados por el Estado argentino. En 2004, INTERPOL lo encarceló ocho meses en el penal de Devoto, pero aquí también se determinó su inocencia.

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Kurt Sonnenfeld, Zona Cero, Septiembre 2001.

Sin embargo, detrás de la causa penal en su contra se esconde una historia más que relevante. Sonnenfeld trabajó ocho años para su gobierno y fue el único camarógrafo que filmó el lugar del desastre -Zona Cero- en Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Como testigo directo, concluyó en que la explicación oficial no se condice con lo que en realidad vio. Debido a la importancia del material, el hombre nunca entregó los videos a las autoridades y, desde ese momento, vive perseguido por los servicios de inteligencia de su país.

Próximos a cumplirse una década de los atentados, aquella madrugada Sonnenfeld dormía junto a su mujer Nancy en su casa en Denver. Cinco minutos después del impacto del primer avión contra la Torre Norte del World Trade Center, lo despertó un llamado telefónico de su jefe.

- Me pidió que prendiera el televisor. Puse CNN, y vi que un pequeño avión se había incrustado contra una de las torres. Era un grave accidente pero no sobrepasaba la capacidad del Estado para responder. Pero recuerdo que mi jefe me ordenó que fuera a Nueva York y me dijo: “estamos siendo atacados”.

Y así llegó a la Zona Cero…
- FEMA ya estaba en Nueva York porque había un simulacro de ataque terrorista preparado para el día 12. Yo llegué dos días más tarde, todo el perímetro estaba cerrado y la zona estaba repleta de carteles que prohibían el uso y la tenencia de cámaras de fotos o filmación. Desde el primer momento se prohibió el ingreso a los medios de comunicación y mi trabajo era documentar y facilitar imágenes a la prensa. Había una especie de paranoia con las fotografías que se podían tomar en la Zona Cero, la excusa era que se trataba de una escena de crimen, pero yo fui testigo de cómo destruyeron y sacaron la evidencia. Nunca fueron a protegerla. No la necesitaban, porque a los pocos minutos del segundo impacto ya estaban acusando a Osama Bin Laden.

Como testigo directo, ¿Que cosas le hicieron pensar que el gobierno tuvo responsabilidad en los atentados del 11 de septiembre?
- Primero hay que entender que estaba en un estado de shock. Nunca antes el país había sido atacado de esa manera. Aun así, hubo hechos inexplicables. Inicialmente, el llamado de mi jefe antes del segundo impacto fue algo sospechoso, porque hasta ese momento la televisión decía se trataba de un accidente y FEMA solo actuaba cuando las autoridades locales se veían excedidas. Por otro lado, el World Trade Center estaba compuesto de siete edificios. Lo que sucedió en el N°6 aún es un enigma. A la semana de llegar a la Zona Cero logramos ingresar con miembros de las fuerzas especiales a los pisos subterráneos donde había una cámara de seguridad y allí dentro una bóveda. Fuimos los primeros en descubrir el lugar porque no había señales de otros grupos. La bóveda se abría mediante un teclado, pero la puerta ya estaba abierta. Todo estaba oscuro, ingresamos con linternas a buscar sobrevivientes, pero el cuarto estaba vacío. Solo encontramos polvo y una pared dañada. Y era imposible que no hubiese nada, porque desde el primer impacto se había cortado el transito y se había prohibió el acceso de vehículos. La bóveda tenía un tamaño de 15x15 metros y para vaciarla se habría necesitado al menos un camión grande. Y tras el ataque no hubiesen podido entrar por el daño que sufrió el subterráneo. O sea, solo pudo haber sido vaciada con anterioridad.

¿Qué explicación dio el gobierno?
- Al poco tiempo la Oficina de la Aduana comunicó que toda la evidencia que había en la bóveda se había perdido. Pero algunos meses después desbarataron una banda de narcotraficantes colombianos y dijeron que había sido gracias a evidencia rescatada milagrosamente de la bóveda. Algo imposible porque nosotros fuimos los primeros en ingresar. Con los años me enteré que el fin de semana anterior al 11-S, todo el suministro eléctrico del World Trade Center fue suspendido, incluyendo las cámaras y sistemas de seguridad. Y se conoció que la empresa encargada de la seguridad era Securitech, y su director era Marvin Bush, hermano menor del presidente, y su primo Wirt Walker III.

¿Qué otras cosas llamaron su atención?

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Restos de aviones rescatados en la Zona Cero, mientras la cajas negras nunca aparecieron.

- Según la versión oficial, las cuatro cajas negras se evaporaron por el impacto y el incendio. Es imposible que hayan sido totalmente destruidas. Yo tengo imágenes de fuselaje, ruedas, butacas, gomas, turbinas y muchas otras partes. Las cajas negras fueron construidas para soportar calor, presión debajo del agua y fuertes impactos de fuerza G. A mí me habían avisado que en caso de la extracción de cajas yo tenía que grabar ese momento. Una noche me llamaron desde la Zona Cero y solo escuché: “No, No, No”, y me cortaron. Llamé al número y una persona me contestó que se había equivocado, algo que me resultó extraño. Para mi es poco creíble que no se hayan encontrado, lo mismo que en el Pentágono.

Además de la caída de ambas torres, el Edificio N°7 que se hallaba fuera del perímetro del World Trade Center, se derrumbó siete horas más tarde. ¿Qué sabe al respecto?
- La manera en que cayó el edificio es el sueño de las demoliciones controladas. Se derrumbó en un bloque perfecto. Yo tengo imágenes de puestos de comida que estaban sobre la calle y que quedaron intactos. Se desplomaron todos los pisos al mismo tiempo, en solo 6,5 segundos. Nunca antes en la historia se había caído un edificio de hierro o acero por causa de fuego, y ese día cayeron tres. El edificio N°7 solo se explica por una demolición controlada.

¿Cuál es su teoría de lo que sucedió el 11-S?
- Por mi experiencia en la Zona Cero y teniendo en cuenta lo que pasó con el edificio N°7, el gobierno estadounidense no solo sabia del ataque y no hizo nada, sino que estoy en condiciones de decir que ayudaron a que sucediera. Ya son varios los integrantes de la Comisión Oficial sobre el 11-S que dicen que el reporte está repleto de mentiras. Es imposible creer la versión oficial, ya está desechada.

¿Qué es lo que genera tanta insistencia de Estados Unidos por sus filmaciones?
- En primer lugar porque no tienen idea de lo que grabé. Luego temen que yo esté libre, de la situación embarazosa que les puede generar y del peligro que le supone a su política militar. Hace años que Estados Unidos está utilizando la lucha contra el terrorismo como una excusa para expandirse, y si el público en general comienza a darse cuenta que esta guerra ha sido manufacturada y deja de apoyar al gobierno, peligran sus negocios y sus planes a futuro.

En la madrugada del 1 de enero de 2002, Sonnenfeld cuenta que oyó un disparo mientras trabajaba en el estudio de su casa en Denver. Corrió a su habitación y encontró el cuerpo de su primera esposa, Nancy, en el suelo con la cabeza ensangrentada y un revolver a su lado. Relata que llamó al 911 y a los pocos minutos arribó la Policía local y un grupo de paramédicos. Al ingresar a su domicilio, tres agentes lo apresaron y golpearon bajo sospecha de homicidio. Permaneció alrededor de siete meses encarcelado, pero la Corte de Colorado falló en su favor y determinó el suicidio de la mujer. Cuando regresó a su hogar, constató que su computadora personal y muchas cintas de filmación le habían sido confiscadas sin autorización del Juez.

Usted denuncia que fue torturado en la cárcel estadounidense…
- Si. Luego de apresarme, me llevaron a la celda, y mientras me ahorcaban y me pateaban los testículos, me pusieron una sustancia química en la nariz. Eso con los días empezó a quemar y el dolor se extendió hasta la garganta. Después me pasaron a la celda de confinamiento, de 2x2 metros y sin luz. Fue en enero, en medio de las montañas y en la mitad del invierno. Estaba desnudo con un delantal de hospital y un colchón de vinilo. Había un agujero en el suelo que era el inodoro, pero el botón estaba fuera de la celda, y los guardias lo apretaban por diversión durante la noche para inundar el piso del lugar. Estuve diez días en esa celda. Y, gracias a que las quemaduras del líquido en la nariz me provocaron una infección, un vigilante llamó al enfermero y me sacaron de ahí. El hombre me explicó que la infección estaba cerca del cerebro y que podía causarme la muerte.

¿Cómo logró guardar consigo los tapes del World Trade Center?
- Mi sótano estaba lleno de tapes, guardé los 29 tapes de GZ en una cajita de maquillaje, dentro del placard enorme que tenía en mi oficina. Estaba en un cesto repleto de piezas de cámaras y videos. Mis vecinos me avisaron que mucha gente ingresó a mi casa sin autorización del Juez mientras yo estuve preso. Mi teoría es que buscaron rápidamente y se llevaron lo que encontraban: la computadora, cientos de tapes de trabajos anteriores y demás.

¿Cómo fue que terminó en la Argentina?
- Unos meses después de salir de prisión, mis padres y amigos me recomendaron irme un tiempo a descansar. Uno me dijo que unos parientes suyos tenían un departamento en la costa argentina. Así que decidí irme a San Bernardo por un mes. Salí de Estados Unidos como un hombre libre, con mi pasaporte, mi tarjeta de crédito, con una maleta y el pasaje de vuelta, nunca me escape como un fugitivo. Aquí conocí a Paula y tuve que empezar una nueva vida.

Luego de una primera reunión de reconocimiento en un bar escondido en una laberíntica galería de la Capital Federal, la pareja acepta realizar la entrevista en su hogar. La mujer confiesa que la ubicación de dicho encuentro responde a su conocimiento del lugar en caso de una emboscada. Lejos de lo que se podría suponer, la familia vive en una humilde casa en el barrio porteño de Barracas. Una garita blindada de color amarillo esta plantada en la esquina y vigila los movimientos de la cuadra. El ingreso no presenta mayores dificultades que el incomodo ruido de las múltiples cerraduras y los dos perros que surgen inmediatamente del interior.

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Las mellizas Sonnenfeld: Scarlett y Natasha.

El camino hacia el comedor esta adornado con fotografías de la familia en distintos pasajes de la ciudad. Las marcas de crayón en las paredes, dos globos rosas en el suelo y una bandana turquesa apoyada sobre un sillón revelan la inevitable presencia de las niñas. La pareja comenta que hace pocas semanas decidieron reforzar las puertas y ventanas porque el pasado 11 de septiembre, mientras eran entrevistados por dos periodistas en su terraza, un coche con dos personas abordo se detuvo y tomó fotografías de la fachada, la garita y los ingresos. Agregan que a los pocos días hicieron la denuncia y redactaron una carta a la prensa en la que advirtieron su temor a un secuestro relámpago.

¿Cómo se dio su detención aquí?
- En 2004 ofrecí mostrar parte de mis filmaciones a un canal de televisión argentino y me plantearon hacer un programa especial por el tercer aniversario del 11-S. Justo unos días antes de que saliera al aire, aproximadamente diez agentes de INTERPOL llegaron a mi casa con una orden de captura y un documento de dos páginas de la Embajada de Estados Unidos que aclaraba que todas mis posesiones, documentos e imágenes serian secuestradas y remitidas a Norteamérica de forma inmediata. El argumento que nos dieron fue que dos presos habían declarado en mi contra. Lo cierto es que a cambio de lo que hicieron, la Justicia les redujo la condena.

¿Nunca pensó en abandonar su lucha?
- Ese fue el momento más bajo en mi vida, había sido acusado falsamente otra vez y encarcelado dos veces en distintos países. Me habían torturado en Estados Unidos, mi casa había sido confiscada y mi reputación destruida. Además, estando en Devoto la Embajada norteamericana liberó un rumor de que tanto Paula como yo éramos agentes de la DEA -Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas -. Y yo estaba en un pabellón donde el 90% de las personas habían sido detenidas por algún crimen relacionado al narcotráfico.
Fue un intento de que me mataran en la cárcel. Además, en ese tiempo Paula estaba embarazada y a los cinco meses lo perdimos. Ahí no quise seguir más, quise abandonarlo todo. Pero Paula, que es una gladiadora, siguió luchando y se reunió con el premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y con organizaciones de derechos humanos para hacer pública mi situación. A los siete meses, el juez Daniel Rafecas rechazó la extradición alegando que existían sombras en el caso y que por lo tanto en Estados Unidos no recibiría un juicio justo. También porque la Justicia argentina no acepta la mera aplicación de la pena de muerte, que es la condena que me espera en mi país si me declaran culpable.

¿Por qué considera que vive perseguido?
- Bueno. Esto empezó en Estados Unidos. Cuando quedé libre y regresé a mi casa, noté que alguien había violado el sistema de seguridad y que las puertas habían sido forzadas. Lo mismo sucedió cuando me mude unos meses, a una casa en medio de la montaña, a dos horas de allí, donde la entrada también había sido violentada.
Ya viviendo en Argentina, comprobamos que la línea telefónica estaba intervenida. Recibimos llamadas por teléfono con amenazas y mensajes de texto con textuales: “deja las cosas como están y quizá tengas una vida”. Tenemos seguimientos constantes cuando salimos a la calle y hace un tiempo que nos roban la basura.

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Paula and Kurt Sonnenfeld durante una campaña de firmas para obtener la regularización definitiva de la situación de Sonnenfeld cómo refugiado en la Argentina.

Hasta el momento, el hombre cuenta con el refugio provisorio expedido por la Comisión Nacional de Refugiados –CONARE-. Sonnenfeld explica que en su condición actual es imposible tramitar el documento de identidad. De esta manera, comenta lo difícil que resulta conseguir un empleo, ser atendido en un hospital ante un problema de salud o la incertidumbre frente a la detención de un control policial. En respuesta, el pasado 25 de agosto realizó una junta de firmas en Plaza de Mayo para que el Estado argentino le ceda el asilo político definitivo.

¿Que le sucedió cuando supo que la Justicia argentina otorgó el refugio político al chileno Sergio Apablaza Guerra?
- Mi primera reacción fue: Si le dieron el asilo a él, ¡¿por qué no me lo dan a mí?! Es positivo, porque la base del rechazo a la extradición fue que en Chile no recibiría un juicio justo y porque tiene mujer e hijos argentinos. Yo cumplo ambas condiciones. Nosotros pedimos el mismo tratamiento que dieron a Apablaza Guerra. No puede ser que por ser norteamericano las cosas sean más difíciles.

Mucha gente pide que sus imágenes de la Zona Cero sean liberadas al público. ¿Qué piensa hacer con el material?
- Hace años que estoy entregando mis imágenes a la prensa seria y a investigadores independientes para que puedan trabajar con ellas. Si no hubiese documentales en marcha ya lo hubiese puesto todo a Internet. Hay una presión muy grande de la gente que me pide que libere todo porque confían que me va a dar mayor protección, yo estoy de acuerdo y esa siempre fue mi intención. Solo que pienso en cuál sería la manera más efectiva, y considero que hasta el momento lo mejor es un documental realizado por especialistas que expliquen cada imagen. Por otra parte, hay que pensar también en las limitaciones técnicas, económicas y de tiempo que enfrento continuamente junto a mi familia. Al mismo tiempo que peleamos contra la maquinaria destructiva de los Estados Unidos, intentamos llevar adelante una vida con los problemas comunes de todas las personas.

¿Cuál fue la cobertura de los medios de comunicación sobre su caso?
- En Estados Unidos continúan culpándome y me acusan de drogadicto y alcohólico. Yo trabajaba 40 semanas al año en una ciudad distinta cada semana, estuve en laboratorios, búnkeres de alta seguridad y lugares secretos del gobierno norteamericano. Tuve un trabajo de suma responsabilidad y tenían mucha confianza en mí como para que fuera un drogadicto. Es una estrategia para deshumanizar y desacreditarme. El método que utilizan conmigo es el mismo que usaron para atacar a Irak: presentar documentos fraudulentos y deshumanizar al enemigo.

¿Cómo analiza su situación a futuro?
- Realmente no tengo idea. Cada día es como vivir con una enfermedad terminal, no se sabe si vas a vivir 30 años más o si al día siguiente te van a atacar y vas a morir. Confío en el gobierno y en la Justicia, que hasta este punto me han defendido. Reconocieron que sufro una persecución y que los cargos contra mí son injustos. Desconfío en el manejo y los movimientos que hace y seguirá haciendo Estados Unidos, y sí me pregunto que tan agresivos serán en el futuro.

¿Cómo analiza el presente de la administración Obama en torno a usted?
- Yo tenía muchas esperanzas que hubiera un cambio, una transformación cultural. Pero en realidad, la política sigue igual, Guantánamo sigue funcionando, las guerras en Afganistán e Irak continúan y en este momento hay otra secreta realizándose en Pakistán. Las cárceles clandestinas en Europa todavía funcionan y lentamente están militarizando Sudamérica. Obama no quiere enjuiciar a las autoridades que torturaron en Irak y tampoco quiere reabrir la investigación por el 11-S. La política estadounidense es un tren que cambio de conductor pero que continúa por las mismas vías.


Tomás D’Amico es un periodista freelance que vive en Buenos Aires.



11-S: El testimonio del camarógrafo oficial del gobierno de EEUU contradice la versión oficial de Washington

11/9: Entrevista exclusiva a Kurt Sonnenfeld
El testimonio del camarógrafo oficial del gobierno de EEUU que filmó los restos de las torres gemelas el 11/S contradice la versión oficial de Washington
por Red Voltaire


El camarógrafo oficial del gobierno de los EEUU que filmó el Ground Zero, es decir la zona del desastre de la torres gemelas en New York que se derrumbaron el 11 de septiembre 2001 da testimonio de cosas sorprendentes. Filmó 29 películas durante un mes: «Lo que yo vi ahí en ciertos lugares y en ciertos momentos… ¡es muy raro y perturbador!». Él nunca entregó esas imágenes a las autoridades de su país para guardarlas como pruebas contrarias a la versión oficial y desde entonces es perseguido por Washington. Kurt Sonnenfeld se ha refugiado en Argentina en donde ha publicado un libro: «El Perseguido». Entrevista exclusiva para la Red Voltaire.

Kurt Sonnenfeld junto a un especialista socorrista no identificado en los restos y descombros subterráneos de la «Zona Cero» («Ground Zero» en inglés) de las torres gemelas derrumbadas en New York poco después del 11 de septiembre de 2001.
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Kurt Sonnenfelf, graduado de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), hizo estudios de relaciones internacionales y economía, así como de literatura y filosofía. Trabajó para el gobierno de Estados Unidos como camarógrafo oficial de videos y director de las operaciones de divulgación audiovisual del equipo de intervención de urgencia para la Agencia Federal de Situaciones de Urgencia (FEMA).

Kurt Sonnenfeld también trabajó bajo contrato para diversas agencias gubernamentales y programas para operaciones confidenciales y «sensibles» en instalaciones científicas y militares, en territorio estadounidense.

El 11 de septiembre de 2001, la zona conocida como «Ground Zero» fue cerrada al público. Pero Sonnenfeld tenía libre acceso a ese sector, lo cual le permitió documentar la investigación (que nunca se concretó) y proporcionar imágenes «decantadas» a prácticamente todos los canales informativos del mundo. Las grabaciones que revelan la existencia de ciertas anomalías que descubrió en Ground Zero siguen en poder de Sonnenfeld.

Acusado, conforme al guión de una maniobra montada de antemano [como el caso del periodista Garry Webb] –lo cual resulta evidente a la luz de hechos posteriores–, se le acusó falsamente de haber cometido un crimen, crimen que nunca tuvo lugar, Kurt Sonnenfeld ha sido perseguido a través de dos continentes. Al cabo de años de miedo, de injusticia y aislamiento, se decidió a pronunciarse públicamente en contra de la versión oficial del gobierno estadounidense, y declara que está dispuesto a someter los documentos que tiene en su poder a un detallado examen por parte de técnicos independientes y confiables.


Kurt Sonnenfeld.
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Entrevista

Red Voltaire: Su libro autobiográfico «El Perseguido» fue recientemente publicado en Argentina, donde usted vive como exilado desde el año 2003. ¿Quién lo persigue?

Kurt Sonnenfeld: Aunque es una autobiografía, no se trata de la historia de mi vida. Como me convertí en un testigo incómodo después de mi trabajo en Ground Zero, [el libro] es más bien el recuento de los extraordinarios sucesos por los que hemos tenido que pasar, mi familia y yo, por causa de las autoridades estadounidenses, durante más de 7 años y en ambos hemisferios.

Red Voltaire: Usted ha explicado que su pedido de que se le conceda el estatuto de refugiado político, conforme a lo estipulado en la Convención de Ginebra, se encuentra todavía en estudio por parte del Senado argentino, cuando en 2005 a usted se le garantizaba el asilo político, aunque de forma provisional. ¡Usted es probablemente el primer ciudadano estadounidense en esa situación! ¿Ser sin dudas el primer funcionario del gobierno directamente vinculado a los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en convertirse un «whistle-blower», una fuente pública [de información sobre esos hechos] es lo que le ha llevado a usted al exilio?

Kurt Sonnenfeld, acompañado de su esposa Paula, presenta su testimonio ante el Senado argentino.
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Kurt Sonnenfeld: Un refugiado es una persona que se ha visto forzada a salir de su país (o que no puede volver a él) por algún tipo de persecución. Es indudable que muchas personas han sido injustamente perseguidas por causa de leyes prácticamente fascistas y de políticas vinculadas al choque del 11 de septiembre de 2001 y [esas personas] tienen derecho al estatuto de refugiado.
Pero lo cierto es que pedir el estatuto de refugiado es un trámite arriesgado y peligroso. Estados Unidos es la única «superpotencia» que queda en el mundo, y la disidencia ha sido allí reprimida de hecho. Todo el que pide el estatuto de refugiado por razones políticas está cometiendo así un acto de disidencia extrema. Y si el pedido es rechazado, ¿qué se hace usted? Después de presentar el pedido, es imposible echarse atrás.

Personalmente, yo no estaba obligado a salir de Estados Unidos, ciertamente no tuve que escaparme. En aquel entonces, yo simplemente no estaba conciente de lo que se estaba tramando contra mí. Todavía no había relacionado las cosas entre sí. Así que cuando me fui, en 2003, lo hice con la intención de regresar. Vine a Argentina a tomarme un pequeño respiro, para tratar de recuperarme después de todo lo que me había pasado. Vine aquí libremente, con mi propio pasaporte, utilizando mis propias tarjetas de crédito.
Pero, como consecuencia de una increíble serie de acontecimientos, me vi posteriormente obligado a exilarme, y no regresé.

Red Voltaire: ¿A qué tipo de acontecimientos se refiere usted?

Kurt Sonnenfeld: Fui injustamente acusado de «crímenes» que, por supuesto, nunca se produjeron, fui objeto de encarcelamiento abusivo y de torturas, como consecuencia de aquellas acusaciones, y además de escandalosas calumnias contra mi reputación, de amenazas de muerte, de intentos de secuestro y otras violaciones de los derechos y los derechos humanos condenadas en numerosos acuerdos internacionales. Mi regreso a Estados Unidos sería no sólo una prolongación de esas violaciones sino que me separaría –quizás de forma permanente– de mi esposa y de nuestras gemelas de tres años, la única razón de ser que me queda. Además, debido a la imposibilidad de obtener un juicio justo por un crimen que nunca tuvo lugar, me vería incluso expuesto a la pena de muerte.

Red Voltaire: En 2005, el gobierno estadounidense presentó contra usted un pedido de extradición, que fue rechazada por un juez federal [argentino]. Más tarde, en 2007, la Corte Suprema argentina –en una demostración de integridad y de independencia– rechazó la apelación estadounidense. Pero su gobierno [el de Estados Unidos] insistió. ¿Puede usted aclararnos la situación?

Kurt Sonnenfeld: En 2008, y sin tener absolutamente ninguna base legal, el gobierno estadounidense presentó una nueva apelación ante la Corte Suprema argentina, que seguramente mantendrá las dos decisiones inatacables ya adoptadas por el juez federal.

Una de esas decisiones señalaba que había demasiadas sombras [En español en el texto, Nota del Traductor], o puntos oscuros, en mi caso. Había muchas mentiras en el pedido de extradición de las autoridades estadounidenses y, felizmente, nosotros logramos probarlo. El hecho de que hubiera tantas mentiras sirvió para apoyar mi pedido de asilo. Pudimos demostrar que hemos sido víctimas de una larga campaña de hostigamiento y de intimidación por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses.
Como consecuencia de ello, mi familia se encuentra desde entonces bajo protección policial permanente. Como señaló un senador al referirse a mi caso: el «comportamiento [de los servicios de inteligencia estadounidenses] denota sus verdaderas motivaciones».

Kurt Sonnenfeld y su familia son frecuentemente objeto de acciones de hostigamiento durante las cuales se ven vigilados y fotografiados, como se demuestra en esta imagen.
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Red Voltaire: Están tratando de atribuirle un crimen imaginario. ¿Cómo justifica usted tanto rencor? Como funcionario de la FEMA, el gobierno tendría que haberle creído a usted. ¿En qué momento cambió la situación?

Kurt Sonnenfeld: Retrospectivamente, me doy cuenta de que la situación cambió poco antes de que yo me diera cuenta de ello. Inicialmente, la falsa acusación de la que fui objeto era totalmente irracional. Me destruyó completamente. Resulta increíblemente difícil sufrir la pérdida de alguien a quien uno ama y que se suicida. Pero que lo acusen a uno de esa pérdida, resulta insoportable. El caso fue sobreseído ya que había un montón de pruebas que me absolvían totalmente (Nancy, mi esposa, había dejado una carta y varios escritos en los que hablaba de suicidio en su diario, había otros antecedentes de suicidios en su familia, etc.). La parte acusadora estaba segura de mi inocencia al 100% antes de pedir el sobreseimiento del caso.

Pero la prisión preventiva se prolongó, incluso DESPUÉS que ya se había dicho que había que liberarme, lo cual me demostró que algo se estaba tramando.
Estuve preso durante CUATRO MESES después de que se informara a mis abogados que se había pedido el sobreseimiento. Finalmente me liberaron en junio de 2002. Une increíble serie de acontecimientos se produjo en ese tiempo. Mientras yo estaba detenido aún, tuve una conversación telefónica con funcionarios de la FEMA para tratar de resolver el problema. Pero me di cuenta de que me consideraban «comprometido», que yo representaba un peligro. Me dijeron que lo convenido era que «había que proteger a la Agencia», sobre todo a la luz del cambio que iba a producirse con la aplicación de la Patriot Act y el esperado intrusismo que vendría con el nuevo Departamento de Seguridad de la Patria(Department of Homeland Security). Después de todos los peligros que yo había enfrentado, de todas las pruebas y dificultades que había sufrido durante casi 10 años, me sentí traicionado. La decepción fue terrible.

Como me estaban abandonando, les dije que yo no tenía las grabaciones, que las había entregado a un burócrata de Nueva York y que iban a tener que esperar que me pusieran en libertad para recuperar cualquier otro documento que estuviera en mi poder. Poco después de aquella conversación, mi casa fue «registrada», cambiaron las cerraduras y varios vecinos vieron hombres entrando a mi domicilio, aunque no hay en la Corte ningún informe que mencione eso, como debiera ser. Cuando al fin me liberaron, descubrí que mi oficina había sido saqueada, mi computadora también había desaparecido y varios videos ya no estaban en mi videoteca del sótano.

Constantemente había hombres apostados en la calle cerca de mi casa, mi sistema de vigilancia fue pirateado varias veces, las lámparas exteriores de seguridad eran desconectadas, etc., a tal punto que me instalé en casa de unos amigos, en su casa en la montaña, que TAMBIÉN fue saqueada posteriormente.

Cualquiera que trate de descubrir la verdad reconoce que hubo una serie de extraordinarias irregularidades en este caso y que yo y la gente que yo amo fuimos objeto de una escandalosa injusticia. Esta intensa campaña tendiente a obligarme a volver a Estados Unidos es un pretexto falso que esconde motivaciones más oscuras.

Red Voltaire: Usted ha sugerido que vio cosas en Ground Zero que no concuerdan con el informe oficial. ¿Dijo usted algo o hizo algo que pudiera levantar sospechas en ese sentido?

Kurt Sonnenfeld: En aquella misma llamada telefónica dije que iba a revelar al público no sólo mis sospechas sobre los acontecimientos que rodearon el 11 de septiembre de 2001 sino también sobre diversos contratos para los cuales había trabajado anteriormente.

Sonnenfeld en Ground Zero, durante su trabajo de documentación en el terreno.
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Red Voltaire: ¿En qué se basan sus sospechas?

Kurt Sonnenfeld: Retrospectivamente, había muchas cosas raras en Ground Zero. Me pareció extraño que me enviaran a Nueva York antes de que el segundo avión se estrellara contra la torre sur, en momentos en que los medios estaban reportando solamente que un «pequeño avión» había chocado con la torre norte –una catástrofe de tan poca importancia que no merecía la intervención de la FEMA.

La FEMA fue movilizada en pocos minutos, ¡cuando se necesitaron diez días para desplegarla en Nueva Orleáns, en respuesta al huracán Katrina, a pesar de las numerosas advertencias previas! Me pareció raro que las cámaras se prohibieran de forma tan estricta dentro del perímetro de seguridad de Ground Zero, que se declarara toda la zona como escena del crimen, mientras que las pruebas materiales eran retiradas de allí y destruidas tan rápidamente.
Después, me pareció muy extraño enterarme de que la FEMA y otras agencias federales ya estaban en posición en su puesto de mando, en el Pier (muelle) 92, desde el 10 de septiembre, un día antes de los atentados.

Neumáticos provenientes de un tren de aterrizaje visibles en un contenedor de pruebas materiales marcado con la inscripción «FBI Partes avión únicamente».
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Nos piden que creamos que las 4 cajas negras «indestructibles» de los dos aviones que se estrellaron contra las torres nunca fueron halladas porque fueron completamente pulverizadas, pero yo tengo imágenes de ruedas provenientes del tren de aterrizaje [que se ven] poco dañadas, y también de asientos, de pedazos de fuselaje, de una turbina de avión que no están desintegrados en lo absoluto. Dicho esto, me parece más bien extraño que esos objetos, prácticamente intactos, hayan podido resistir al tipo de destrucción que redujo polvo la mayor parte de las Torres Gemelas. Y tengo también mis dudas en cuanto a la autenticidad de la turbina del «avión».

Prueba material: la turbina de Boeing presentada en el basurero de la isla de Fresh Kill.
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Lo sucedido con el Edificio 7 es extremadamente sospechoso. Yo tengo un video que muestra hasta qué punto la pila de escombros era curiosamente pequeña y se ve que los edificios colindantes no fueron afectados por el derrumbe del Edificio 7. [Ese edificio] no fue golpeado por un avión, sólo sufrió algunos daños menores al derrumbarse las Torres Gemelas, sólo había incendios menores en algunos pisos. Sin una demolición controlada, es imposible que ese edificio fuese objeto de una implosión como la que se produjo. A pesar de ello, el derrumbe del Edificio 7 apenas se mencionó en los medios dominantes y la Comisión sobre el 11/9 lo ignoró de forma sospechosa.

Red Voltaire: Según ciertas informaciones, en los sótanos del WTC7 había archivos sensibles y seguramente comprometedores. ¿Encontró usted algo sobre eso?

Kurt Sonnenfeld: El Servicio Secreto, el Departamento de Defensa, el FBI, el fisco (IRS), la Comisión de Reglamentación y Control de Mercados Financieros (SEC, siglas en inglés) así como el Puesto de Mando de Crisis [de la ciudad de Nueva York. NdlR.] para situaciones de urgencia (OEM, siglas en inglés) ocupaban muchísimo espacio en varios pisos de ese edificio.

Otras agencias federales también tenían oficinas allí. Después del 11 de septiembre, se descubrió que allí estaba, escondido en el edificio 7, el mayor centro clandestino de la CIA dentro del país, exceptuando el de Washington DC; una base operativa desde donde se espiaba a los diplomáticos de las Naciones Unidas y se realizaban las operaciones de contraterrorismo y de contraespionaje (así como la Inteligencia Económica. NdlR.).

Ese edificio (el World Trade Center 7) no tenía parqueo subterráneo. No tenía almacenes subterráneos. En vez de eso, las agencias federales del Edificio 7 guardaban sus vehículos, documentos y pruebas materiales en el edificio de sus asociados, del otro lado de la calle. Debajo de la plaza del Buró de Aduanas US (Edificio 6) había un gran parqueo subterráneo separado del resto de la zona subterránea del complejo y altamente vigilado.

Diferentes servicios del gobierno guardaban allí sus autos capaces de resistir explosiones de bombas, sus limusinas blindadas, los taxis falsos y los camiones de la compañía de teléfonos que se usan en las acciones de vigilancia secreta y en otras operaciones secretas, camionetas especializadas y otros vehículos.
En esa zona del parqueo de seguridad había también un acceso a la cámara blindada inferior del Edificio 6.

Aproximándose a la entrada de los niveles que comunican con los pisos inferiores del edificio.
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Al derrumbarse la torre norte, el Buró de Aduanas US (Edificio 6) quedó aplastado y completamente devastado por el fuego. La mayoría de sus pisos subterráneos también fueron destruidos. Pero había cavidades. Y fue a través de una de esas cavidades, recientemente descubierta, que yo bajé para investigar con la Fuerza Especial de Intervención.

Fue allí que vimos la antecámara de seguridad del almacén subterráneo severamente dañada. Al final de la oficina de seguridad estaba la gran puerta de acero de la cámara blindada y, al otro lado, el teclado codificado en la pared. Pero la pared estaba rajada y se había derrumbado parcialmente, y la puerta estaba entreabierta. A la luz de nuestras linternas, pudimos ver lo que había dentro [de la cámara blindada]. Aparte de varias hileras de estantes vacíos, la cámara blindada no contenía otra cosa que escombros y polvo. ¿Por qué? ¿Cuándo la vaciaron?

Red Voltaire: ¿Eso despertó en usted la sospecha?

Kurt Sonnenfeld: Sí, pero no inmediatamente. Resulta difícil reflexionar ante un caos tan grande. Fue solamente después de digerir todo aquello que empecé a sospechar.

El Edificio 6 fue evacuado 12 minutos después del choque del primer avión contra la torre norte. Inmediatamente, las calles quedaron bloqueadas por carros de bomberos, autos de la policía y embotellamientos, y la cámara blindada era lo suficientemente grande –yo diría que tenía 15 metros de ancho y 15 de largo– como para que se necesitara por lo menos un camión grande para evacuar su contenido. Después de la caída de las torres, destruyendo el nivel del parqueo, la realización de una misión para recuperar el contenido de la antecámara hubiese sido imposible. Así que la cámara blindada tuvo que ser vaciada antes del ataque.

Todo esto lo describo en mi libro de forma detallada y parecía como si las cosas importantes hubieran sido llevadas a un lugar seguro antes de los atentados. Por ejemplo, la CIA no pareció inquietarse demasiado por sus pérdidas. Después de que se descubriera la existencia de su oficina secreta en el Edificio 7, un vocero de la agencia dijo a los periódicos que se había enviado un equipo especial para que inspeccionara los escombros en busca de documentos secretos y de informes de los servicios de inteligencia, cuando había millones, si no eran miles de millones, de páginas volando por las calles.
Pero el vocero estaba muy confiado. «No debe haber demasiados papeles regados», declaró.

Los insólitos vestigios del Buró de Aduanas US (Edificio 6).
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Y las aduanas anunciaron desde el principio que todo había sido destruido, que el calor había sido tan intenso que todas las pruebas materiales de la cámara blindada habían sido reducidas a cenizas. Pero varios meses más tarde anunciaron que habían puesto fin a las actividades de una importante red de tráfico de narcóticos y de lavado de dinero colombiano, después de haber recuperado pruebas esenciales de la cámara blindada, entre ellas fotos de vigilancia y grabaciones de escuchas telefónicas muy sensibles. Y cuando se mudaron a su nuevo edificio, en el número 1 de Penn Plaz, en Manhattan, colgaron orgullosamente en la pared de la entrada la placa honorífica y el gran cartel redondo de las Aduanas US, también milagrosamente encontrado, inmaculado, en sus antiguas oficinas del World Trade Center, a pesar del derrumbe y de los incendios.

Red Voltaire: Usted no era el único que estaba en misión en Ground Zero. ¿Notaron los demás las mismas anomalías? ¿Sabe usted si también fueron hostigados?

Kurt Sonnenfeld: En efecto, yo oí hablar a algunos, en dos salidas diferentes. Algunos de nosotros incluso llegamos a conversar sobre ello posteriormente. Ellos saben de quiénes se trata y yo espero que van a hablar, pero también estoy seguro de que están bajo fuertes presiones sobre lo que pudiera sucederles si hablan. Yo dejo la decisión entre sus manos, pero en la unión está la fuerza.

Red Voltaire: Con la publicación de su libro, usted se ha convertido en un «whistleblower» [Término aplicado en Estados Unidos a los que han alertado sobre las incongruencias del informe oficial sobre el 11 de septiembre. NdT.], ¡pero usted lo hizo alcanzando un punto en que no tiene vuelta atrás! Tiene que haber mucha gente que sabe lo que realmente sucedió o no en aquel fatídico día. Pero nadie ha emprendido una batalla personal, cosa que han evitado sobre todo aquellos que estaban directamente implicados de forma oficial. Es eso lo que hace que su caso personal sea tan convincente. Viendo lo que ha sucedido con usted, no resulta difícil imaginar por qué esas personas no quieren hablar.

Kurt Sonnenfeld: Efectivamente, también hay gente muy honesta y digna de crédito que ha lanzado alertas. Y están siendo desacreditadas e ignoradas. Algunas de esas personas están siendo perseguidas y hostigadas como yo.

El miedo frena a la gente. Todo el mundo sabe que si usted contradice a las autoridades estadounidenses, usted va a tener problemas, de una u otra forma. Como mínimo, lo van a desacreditar, a deshumanizar.

Lo más seguro es que le acusen de cualquier cosa que no tenga nada que ver, como un fraude fiscal o algún peor, como en mi caso. Mire lo que le pasó a Abraham Bolden, por ejemplo [1], o al gran jugador de ajedrez Bobby Fischer después que expresó su desprecio hacia Estados Unidos. Hay muchos ejemplos. Yo le había pedido a mis amigos y asociados que hablaran en mi lugar para que contaran [la verdad sobre] todas las mentiras divulgadas en los medios de prensa, pero todos tenían miedo de las consecuencias para ellos mismos y sus familias.

Red Voltaire: ¿Hasta qué punto los descubrimientos que hizo usted en Ground Zero pudieran implicar al gobierno en esos hechos? ¿Está usted al corriente de las investigaciones que científicos y profesionales calificados han llevado a cabo y que no sólo corroboran los descubrimientos que usted hizo sino que, en ciertos casos, los sobrepasan ampliamente? ¿Considera usted a esas personas como «adeptos de la teoría de la conspiración» (“conspiracy nuts”)?

Kurt Sonnenfeld: Al más alto nivel en Washington DC alguien sabía lo que iba a pasar. Estaban tan deseosos de tener una guerra que, por lo menos, dejaron que sucediera aquello, y lo más probable es que incluso hayan contribuido a que aquellos acontecimientos se produjeran.

A veces me parece que los «locos» [los «adeptos de la teoría de la conspiración». NdlR.] son aquellos que se aferran con un fervor casi religioso a lo que les dicen a pesar de todas las pruebas de lo contrario, los que se niegan a considerar el hecho de que hubo una conspiración interna.

Hay tantas anomalías en la investigación «oficial» que no es posible atribuirlas a errores o incompetencia. Yo conozco a los científicos y profesionales calificados a los que usted se refiere. Sus descubrimientos, convincentes, creíbles y presentados según el protocolo científico, están en total oposición con los de la investigación «oficial». Además, numerosos agentes de los servicios secretos y funcionarios del gobierno expresan opiniones muy bien informadas [señalando] que la Comisión sobre el 11/9 era, en el mejor de los casos, una farsa, y en el peor, una pantalla [2]. Mi experiencia en Ground Zero no es otra cosa que una pieza más del rompecabezas.

Red Voltaire: Esos hechos sucedieron hace casi 9 años. ¿Cree usted que descubrir la verdad sobre el 11 de septiembre sigue siendo un objetivo importante? ¿Por qué?

Kurt Sonnenfeld: Es importantísimo. Y lo seguirá siendo dentro de 10 o incluso dentro de 15 años, si la verdad no ha salido a la luz en todo ese tiempo. Es un objetivo importante porque, en este momento de la historia, hay mucha gente demasiado crédula ante lo que le cuentan las autoridades y con demasiada tendencia a seguirlas. En una situación traumática, la gente busca que la guíen. La gente que tiene miedo es manipulable. Saber manipular a las masas implica beneficios inimaginables para muchas personas muy ricas y muy poderosas. La guerra es increíblemente cara, pero ese dinero se va a algún lugar. La guerra es siempre muy beneficiosa para unos cuantos.

De una u otra manera, sus hilos siempre acaban en Washington DC, ellos toman las decisiones, determinan los presupuestos, mientras que los hijos de los pobres y de los que no tienen influencias siempre acaban en el frente, recibiendo las órdenes y peleando en las guerras de los anteriormente mencionados. Las enormes reservas secretas del Departamento de Defensa estadounidense representan una máquina de financiamiento ilimitado para el complejo militaro-industrial, [financiamiento] cifrado en varios miles de millones de dólares. Y así seguirá siendo mientras las masas no se despierten, mientras no se vuelvan escépticas y no pidan cuentas. Las guerras (y los falsos pretextos presentados) no se acabarán mientras la gente no tome conciencia de los verdaderos motivos de la guerra y mientras no dejen de creer en las explicaciones “oficiales”.

Red Voltaire: Lo que se ha dado en llamar Movimiento por la Verdad sobre el 11 de septiembre (9/11 Truth Movement) ha pedido una nueva investigación independiente sobre aquellos hechos. ¿Cree usted que hay esperanzas en ese sentido con la administración Obama?

Kurt Sonnenfeld: Realmente, espero que así sea. Pero me mantengo escéptico. ¿Qué razón pudiera llevar a los líderes de cualquier gobierno a hacer por voluntad propia algo que comprometería seriamente su propia responsabilidad?

Ellos prefieren mantener el statu quo y dejar las cosas como están. Cambió el que maneja el tren, pero ¿cambió el tren de dirección? Yo lo dudo. El impulso tiene que venir del público, no sólo a escala nacional sino también a escala internacional, como hace la red de ustedes.

Red Voltaire: Numerosas asociaciones de derechos humanos, grupos de activistas y muchas personalidades le están aportando a usted su apoyo en esta difícil situación, y no se trata de gente de poca monta. Entre esas personalidades está, por ejemplo, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. ¿Cómo responden los argentinos en general ante su situación?

Kurt Sonnenfeld: Con una increíble cantidad de expresiones de apoyo. La dictadura militar está fresca aún en la memoria colectiva de la mayoría de la gente en Argentina, y esa gente sabe que la dictadura argentina (al igual que otras dictaduras sudamericanas de aquella época) tuvo el apoyo de la CIA, dirigida en aquel entonces por George Bush padre. [Los argentinos] se acuerdan muy bien de los centros de tortura, de las prisiones secretas, de los miles de personas «desaparecidas» por sus opiniones y del miedo cotidiano.

Saben que Estados Unidos va a reinstaurar todo aquello si le parece conveniente, que es capaz de invadir un país con tal de concretar sus propios intereses políticos y económicos y de manipular los medios recurriendo a un “casus belli” [Pretexto que justifique una guerra. NdT.] enteramente fabricado para justificar sus conquistas.

Kurt Sonnenfeld con Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz de 1980.
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Mi familia y yo mismo tenemos el honor de contar entre nuestros amigos más queridos a Adolfo Pérez Esquivel [3] y a sus consejeros del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ). Hemos trabajado juntos a favor de muchas causas, como los derechos de los refugiados, los derechos de las mujeres, de los niños sin familias y de los niños portadores del VIH/SIDA.

Tenemos también el honor de poder contar con el apoyo de las Abuelas de la Plaza de Mayo, de las Madres de la Plaza de Mayo, de la Línea Fundadora [4], del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) [5], de los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, de la Asociación de Mujeres, Migrantes y Refugiados Argentina (AMUMRA), de la Comisión de Derechos Humanos de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y del Programa Nacional Anti-Impunidad. En el plano internacional, la ONG REPRIEVE de Gran Bretaña presentó un «amicus curiae» a favor nuestro y contamos con la colaboración de NIZKOR de España y de Bélgica. Además, mi esposa Paula y yo mismo hemos sido recibidos en el Congreso por la Comisión de Derechos Humanos y Garantías de la Honorable Cámara de Diputados de La Nación.

Red Voltaire: Como decíamos al principio, la decisión de escribir su libro y de hacerlo público fue un paso enorme. ¿Qué le llevó a usted a darlo?

Kurt Sonnenfeld: Salvar a mi familia. Y dar a conocer al mundo que las cosas no son lo que parecen.

Red Voltaire: Una última pregunta, aunque no se trata de la menos importante: ¿Qué piensa hacer con sus grabaciones?

Kurt Sonnenfeld: Tengo la certeza de que mis grabaciones revelan más cosas de las que yo pueda ser capaz de analizar, ya que mis conocimientos son limitados. Es por ello que voy a cooperar en todo lo que pueda con expertos confiables y serios, en un esfuerzo común para que se sepa la verdad.

Red Voltaire: Muchas gracias.




Esta entrevista apareció originalmente en inglés el 22 de junio de 2009.
Traducción al castellano por la Red Voltaire.



[1] Nombrado por el presidente Kennedy, Abraham Bolden fue el primer negro que alcanzó el cargo de agente en el Servicio Secreto, cuerpo encargado de garantizar la protección del presidente de los Estados Unidos y de otras personalidades. Después del asesinato de Kennedy, Bolden declaró que el Servicio Secreto había recibido un aviso previo sobre el atentado, pero que había fracasado en su misión. Bolden fue bruscamente excluido, acusado de corrupción y encarcelado. En 2008, publicó su testimonio en The Echo from Dealey Plaza: The True Story of the First African American on the White House Secret Service Detail and His Quest for Justice After the Assasination of JFK. NdlR.

[2] «41 anciens responsables états-uniens de l’anti-terrorisme et du renseignement mettent en cause la version officielle du 11-Septembre» (41 ex-responsables estadounidenses de las fuerzas anti-terroristas ponen en tela de juicio la versión oficial de Washington respecto al 11 de septiembre), por Alan Miller, Réseau Voltaire, 9 de junio de 2009.

[3] Ver los artículos en español de Adolfo Pérez Esquivel en el sitio de la Red Voltaire.

[4] «Marcha de la Resistencia de las Madres de la Plaza de Mayo», por Inés Vázquez, Réseau Voltaire, 24 de enero de 2006.

[5] Ver las intervenciones de Alexis Ponce en la conferencia Axis for Peace. Por ejemplo Alexis Ponce: «El Mossad formó a la policía ecuatoriana en técnicas de tortura», Red Voltaire, 18 de noviembre de 2005, y sus artícles en español en el sitio de la Red Voltaire.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Manipulación mediática: El escándalo sobre Sakineh

por Thierry Meyssan*

El ensayista galo Bernard-Henry Levy y el presidente de Francia Nicolas Sarkozy han movilizado a la opinión pública francesa para salvar de la lapidación a una mujer iraní acusada de adulterio. Inmersos en su emoción, los franceses no se tomaron el tiempo necesario para verificar los hechos, hasta que el actor Dieudonné M’bala viajó a Teherán. Ya en la capital iraní resulta que todo no es más que una gran patraña. Thierry Meyssan aborda esta espectacular e imprudente manipulación.

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El diario Times de Londres publicó inicialmente una falsa fotografía de [la mujer] Sra. Sakineh Mohammadi-Ashtiani con la cabeza al descubierto, lo cual se considera una indecencia en la cultura iraní. Una segunda foto, ya verdadera, se publicó posteriormente. En esa última foto se ve a Sakineh Mohammadi-Ashtiani con el chador, la prenda que usan las musulmanas dentro de las mezquitas y que un tercio de ellas lleva también en la calle.

El anuncio de quemas del Corán por parte de pastores estadounidenses en ocasión de noveno aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 sacudió el mundo musulmán. La reacción ante el anuncio es diferente según las culturas. Para los occidentales, se trata de una provocación que se debe relativizar. Es verdad que se trata de un libro que los musulmanes consideran sagrado pero, después de todo, sólo se trata de quemar papel. Por el contrario, en el mundo musulmán se estima que cuando se quema el Corán se trata de separar a los hombres de la palabra divina y de negarles la salvación.
Lo anterior da lugar a reacciones emocionales incontrolables que los occidentales interpretan como histeria religiosa. Nada parecido pudiera suceder en Europa, y mucho menos en Francia, país conformado por un siglo de laicismo militante. Sin embargo…

Movilización

El ensayista francés Bernard-Henry Levy [1] alertó recientemente a la opinión pública sobre el caso de Sakineh Mohammadi-Ashtiani, una joven supuestamente condenada en Irán a la lapidación por adúltera. Bernard-Henry Levy lanzó a través de Internet un llamado a firmar una petición tendiente a presionar a las autoridades iraníes y a pedirles que renuncien a esa barbarie.

El señor Levy, quien se mantiene en contacto telefónico con el hijo de la víctima –residente en Tabriz, Irán– y con su abogado Javid Hustan Kian, quien acaba de instalarse en Francia huyendo del régimen iraní, no ha escatimado len detalles: la lapidación, cuya práctica fue interrumpida a través de una moratoria, fue supuestamente retomada por iniciativa del presidente Ahmadinejad.
La señora Sakineh Mohammadi-Ashtiani pudiera ser ejecutada al término del ramadán. Mientras tanto, el director de la prisión, furioso por el escándalo mediático, supuestamente ordenó propinarle 99 latigazos.

El ensayista francés concentra sus ataques en el modo de ejecución. Escribe al respecto: «¿Por qué la lapidación? ¿No existe en Irán otra manera de dar muerte? Porque [la lapidación] es la más abominable de todas. Porque esa agresión contra el rostro, ese bombardeo de piedras contra un rostro inocente y expuesto, ese refinamiento de crueldad, que llega incluso a codificar el tamaño de las piedras para garantizar que la víctima sufra durante mucho tiempo, es un excepcional concentrado de inhumanidad y de barbarie. Y porque hay, en esa manera de destruir un rostro, de hacer reventar su carne y de reducirla a un magma sanguinolento, porque hay en ese gesto de bombardear una cara hasta convertirla en una masa algo más que una ejecución. La lapidación no es una pena de muerte. La lapidación es más que una pena de muerte. La lapidación es la liquidación de una carne a la que se le ha seguido un juicio, retroactivo en cierta forma, por haber sido esa carne, precisamente esa carne: la carne de una mujer joven y bella, quizás amante, quizás amada, y que quizás gozó de la felicidad de ser amada y de amar.»

El presidente Sarkozy confirmó las informaciones de Levy durante la conferencia anual de embajadores de Francia [2]. Después del discurso declaró que la mujer condenada se encontraba, en lo adelante, «bajo la responsabilidad de Francia».

Rápidamente, numerosas asociaciones y personalidades se unieron a ese movimiento y se recogieron más de 140 000 firmas. El primer ministro francés Francois Fillon se presentó ante las cámaras del principal noticiero de la televisión pública para expresar su emoción y su solidaridad con Sakineh, «nuestra hermana de nosotros todos». Mientras tanto, la ex secretaria francesa de Estado para los Derechos Humanos,Rama Yade, afirmaba que Francia consideraba en lo adelante aquel caso como una «cuestión personal».

Engaño

Aunque no se hayan dado cuenta de ello, la emotiva reacción de los franceses está vinculada con la parte religiosa de su subconsciente colectivo. Sean o no cristianos, los franceses están marcados por la historia de Jesús y la adúltera. Recordemos brevemente el mito: los fariseos, un grupo de judíos arrogantes, querían poner a Jesús en una posición embarazosa. Le llevan entonces a una mujer que acababa de ser sorprendida en flagrante delito de adulterio. Según la ley de Moisés, la mujer debía ser lapidada, cruel mandamiento felizmente en desuso. Los fariseos exigen que Jesús se pronuncie sobre lo que hay que hacer. Si aconseja la lapidación, lo considerarán un fanático. Si se niega a castigarla, lo acusarán de oponerse a la ley. Pero Jesús salva a la mujer con la siguiente respuesta: «Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra». Jesús invierte así el dilema: si los fariseos la apedrean, es porque se creen puros. Si no lo hacen, son ellos quienes violan la Ley. El texto precisa que: «se retiraron uno por uno, empezando por los más viejos».

En el pensamiento occidental, ese mito fundamenta la separación entre la ley religiosa y la ley civil. La adúltera ha pecado ante Dios y sólo ante él debe rendir cuentas. No ha cometido crimen ni debe ser juzgada por los hombres.

Los franceses ven la anunciada lapidación de Sakineh Mohammadi-Ashtiani como un terrible retroceso. Por lo tanto, la República Islámica de Irán debe ser un régimen religioso que aplica la Ley de Moisés modificada por el Corán, la Charia.
Los mollahs deben ser fanáticos falócratas que reprimen los amores de las mujeres fuera del matrimonio y las mantienen sometidas a los hombres. Cegados por su propio oscurantismo, llegan incluso a matarlas y lo hacen de la peor manera.

Podemos hablar, en este caso, de histeria religiosa colectiva ya que, en tal circunstancia, el reflejo normal de la gente sensata debiera ser verificar las acusaciones, cosa que nadie se ha molestado en hacer en todo este tiempo.

Interrogantes

Después de firmar él mismo la mencionada petición, el líder del Partido Antisionista, Dieudonné M’bala M’bala, quien se encontraba de paso en Teherán en el marco de un proyecto cinematográfico, expresó su deseo de mediar a favor de la mujer condenada. Pidió una audiencia a las autoridades competentes y fue recibido por Ali Zadeh, vicepresidente del Consejo de la Magistratura y vocero del ministerio de Justicia.

La entrevista fue realmente sui generis ya que el señor Zadeh se preguntaba si su interlocutor, humorista de profesión, no le estaría tomando el pelo al expresarle sus temores, mientras que M’bala pedía que le repitieran varias veces las respuestas del funcionario iraní a sus preguntas porque no lograba creer hasta qué punto él mismo había sido manipulado.

Después del derrocamiento de la dictadura del sha Reza Pahlevi, la República Islámica se preocupó ante todo por poner fin a las arbitrariedades e instaurar un Estado de derecho de la manera más rigurosa posible. En lo tocante a los crímenes que conducen a la apertura de un proceso, el sistema judicial [iraní] prevé desde hace mucho tiempo la posibilidad de interponer un recurso de apelación. En todos los casos, el Tribunal de Apelación se encarga automáticamente de verificar la legalidad del procedimiento aplicado. El sistema judicial [iraní] ofrece por lo tanto garantías muy superiores a las de las jurisdicciones francesas y los errores son mucho menos frecuentes.

Las condenas, sin embargo, siguen siendo particularmente duras. El país aplica la pena de muerte. Más que disminuir la cantidad de condenas, la República Islámica ha preferido limitar su aplicación. Basta con el perdón de las víctimas, o el de sus familias, para que se anule la ejecución de las penas. Debido a la existencia de esa disposición y a su masiva aplicación, no existe [en Irán] el indulto presidencial.

La pena capital se pronuncia frecuentemente, pero raramente se aplica. El sistema judicial [iraní] establece un plazo de 5 años entre el momento en que se pronuncia la condena y la ejecución de la misma, con la esperanza de que la familia de la víctima otorgue el perdón y que el condenado reciba así el indulto y sea liberado de inmediato. En la práctica, las ejecuciones se aplican principalmente a los grandes traficantes de droga, terroristas y asesinos de niños. La ejecución de la pena de muerte, mediante la horca, tiene carácter público.

Es de esperar que la Revolución Islámica prosiga su evolución y opte próximamente por la abolición de la pena de muerte.

En todo caso, es un hecho que la Constitución iraní reconoce la separación de poderes. El sistema judicial es independiente y el presidente Ahmadinejad nada tiene que ver con una decisión judicial, cualesquiera que sea.

Manipulaciones

En el caso específico de Sakineh, todas las informaciones que ha Bernard-Henry Levy a divulgado y que el propio Nicolas Sarkozy se ha encargado de confirmar son falsas.

- 1. Esa señora no ha sido juzgada por adulterio, sino por asesinato. Ni siquiera se están pronunciando en Irán condenas por adulterio. Más que abrogar ese tipo de acusación, la ley ha establecido –en lo tocante a la demostración de los hechos– una serie de condiciones imposibles de satisfacer. Cuatro personas tienen que haber sido testigos del adulterio en el mismo momento [3]

- 2. La República Islámica no reconoce la Charia, sino –única y exclusivamente– la ley votada por los representantes del pueblo en el seno del Parlamento.

- 3. La señora Sakineh Mohammadi-Ashtiani administró una droga a su esposo y convenció a su amante, Issa Tahen, para que lo matara mientras dormía. Su cómplice y ella misma ya fueron juzgados en primera y segunda instancias. Los «amantes diabólicos» fueron condenados a muerte en primera y segunda instancias. La Corte no cometió ningún tipo de discriminación en función del sexo de cada uno de los acusados. Es importante señalar que el acta de acusación ni siquiera menciona la relación íntima que mantenían los acusados, precisamente porque resulta imposible probarla conforme a las normas del derecho iraní, aunque los familiares confirman la existencia de dicha relación.

- 4. La pena de muerte se ejecutaría mediante la horca. La lapidación, que estuvo en vigor bajo el régimen del sha y se mantuvo algunos años después de su derrocamiento, fue abolida por la Revolución Islámica. Indignado ante las afirmaciones de Bernard-Henry Levy y de Nicolas Sarkozy, el vicepresidente del Consejo de la Magistratura de Irán declaró a Dieudonné M’bala M’bala que desafía a esas personalidades sionistas a que encuentren un texto de ley iraní contemporáneo que estipule la lapidación.

- 5. El juicio está siendo examinado actualmente por el Tribunal de Apelación, que debe verificar la legalidad de cada detalle del procedimiento aplicado. De no comprobarse un estricto respeto de la legalidad, el juicio sería anulado. Ese procedimiento de examen suspende la aplicación de la sentencia. Dado que el resultado del juicio no es aún de carácter definitivo, la acusada sigue gozando de la presunción de inocencia y nunca se ha hablado de ejecutarla al término del Ramadán.

- 6. El abogado Javid Hustan Kian, presentado como abogado defensor de la señora Mohammadi-Ashtiani, es un impostor. Está vinculado con el hijo de la acusada, pero esta última nunca puso su defensa en manos de ese individuo ni ha estado nunca en contacto con él. Javid Hustan Kian es miembro de los Muyahidines del Pueblo, organización terrorista que goza de la protección de Israel y de los neoconservadores [4].

- 7. El hijo de la acusada vive normalmente en Tabriz. No tiene la menor dificultad en hablar frecuentemente por teléfono con el señor Lévy para denigrar su propio país, lo cual demuestra el carácter libre y democrático de su gobierno.

No hay nada, en definitiva, absolutamente nada de cierto en la versión de Levy y de Sarkozy sobre la historia de la señora Sakineh Mohammadi-Ashtiani. Puede ser que Bernard-Henry Levy haya repetido de buena fe falsas acusaciones que iban en el mismo sentido que su cruzada contra Irán.

Pero el presidente Nicolas Sarkozy no puede justificarse de la misma manera.
Los funcionarios de la diplomacia francesa, la más prestigiosa del mundo, seguramente le han hecho llegar todo tipo de informes sobre el caso.
Fue por consiguiente de manera deliberada que Sarkozy le mintió a la opinión pública francesa, probablemente para justificar a posteriori las drásticas sanciones adoptadas contra Irán, en detrimento incluso de la propia economía francesa, ya gravemente afectada por su política.

Thierry Meyssan

Analista político francés. Fundador y presidente de laRed Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación(Monte Ávila Editores, 2008).

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