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sábado, 30 de octubre de 2010

Las cifras de muertos de la guerra de Iraq revelados por WikiLeaks sólo son la punta de un iceberg

Nicolas Davies
Warisacrime.org

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Los documentos sobre la guerra de Estados Unidos en Iraq publicados por WikiLeaks contenían datos de 15.000 iraquíes asesinados en incidentes no recogidos ni por los medios occidentales ni por el Ministerio de Sanidad de Iraq y que, por tanto, no figuraban en los recuentos de los muertos de guerra iraquíes de Iraqbodycount.org. Los medios occidentales se han puesto diligentemente a añadir estas 15.000 muertes a sus supuestas “estimaciones” de la cifra total de iraquíes asesinados en la guerra. Pero esa cifra es engañosa en grado sumo. Lo que las muertes no recogidas demuestran es que la metodología pasiva de esos recuentos es una forma deplorablemente equivocada de calcular el número de muertos en una zona de guerra. Esas 15.000 muertes son sólo la punta de un iceberg de cientos de miles de iraquíes asesinados de los que no se ha informado y que se han detectado través de estudios epidemiológicos más serios y científicos, pero que los gobiernos británico y estadounidense habían logrado anular confundiendo a los medios y a la gente acerca de sus métodos y exactitud.

No es nada inusual que en una zona de guerra se queden sin registrar gran número de muertos. La experiencia de los epidemiólogos que trabajan en las zonas de guerra por todo el mundo corrobora ese hecho, que la “búsqueda pasiva de información” de los muertos en una guerra sólo recoge entre el 5% y el 20% de la cifra total de muertes. Esto es consecuencia, parcialmente, de la transformada naturaleza de la guerra moderna. Alrededor del 86% de las personas asesinadas en la Primera Guerra Mundial eran combatientes uniformados cuyas identidades fueron meticulosamente registradas. El 90% de la gente asesinada en las guerras recientes han sido civiles, haciendo que el recuento y su identificación sea mucho más difícil.

En mi libro “Blood on our hands: the American invasión and destruction of Iraq”, expliqué los esfuerzos para contar los muertos en Iraq. Lo que expongo a continuación es un fragmento bastante amplio del libro, y les insto a leerlo si realmente quieren aprehender la medida de la matanza masiva que nuestro país le ha infligido al pueblo de Iraq:

“El Ministerio de Sanidad del gobierno interino de Iraq empezó en 2004 a recoger cifras de mortalidad de civiles en los hospitales, y en junio de aquel año, empezó a desglosar las cifras de las personas muertas por las fuerzas de la resistencia de las de los muertos por las fuerzas ocupantes estadounidenses y sus aliados. A la corresponsal de Knight Ridder, Nancy Youssef, se le dieron cifras del período comprendido entre el 10 de junio y el 10 de septiembre de 2004, que ella expuso en el artículo del Miami Herald titulado ‘U.S. attacks, no insurgents, blamed for most Iraqi deaths’[Los ataques estadounidenses, y no los insurgentes, son los culpables de la mayoría de las muertes iraquíes] (135).

Durante ese período de tres meses, el Ministerio de Sanidad contó hasta 1.295 iraquíes asesinados por las fuerzas ocupantes y 516 en lo que el Ministerio denominó como operaciones terroristas, pero se mostró conforme con los responsables de los hospitales que le dijeron a Youssef que esas cifras captaban sólo una parte del número total de víctimas. La oficina de prensa de la CENTCOM [Mando Central de EEUU] se negó a proporcionarle una estimación alternativa, aunque admitió que el mando estadounidense tenía una, y el Comité Internacional de la Cruz Roja le dijo que no tenía en Iraq personal suficiente como para poder recopilar esa información.

Youssef preguntó si algunos de los iraquíes registrados como muertos por las fuerzas ocupantes podían haber sido combatientes de la resistencia, pero el Dr. Shihab Yasim, de la sección de operaciones del Ministerio de Sanidad le dijo que el Ministerio estaba convencido de que casi todos los muertos eran civiles, porque un miembro de una familia no iría a informar al Ministerio de Sanidad, controlado por la ocupación, que su familiar había muerto combatiendo para el Ejército del Mahdi u otras fuerzas de la resistencia. Este punto de vista fue corroborado por el Dr. Yasin Mustaf, administrador adjunto del Hospital al-Kimdi en Bagdad: ‘La gente que participa en el conflicto no viene al hospital. Sus familias temen que les castiguen. Normalmente, es la gente civil inocente la que viene al hospital. Eso es lo que esas cifras reflejan’.

El Dr. Walid Hamed, otro responsable del Ministerio de Sanidad dijo a Youssef: ‘Todo el mundo tiene miedo de los estadounidenses, no de los combatientes. Y deberían temerles también’. Otro doctor con quien habló había perdido a su propio sobrino de tres años en un tiroteo en un control, y un doctor de la morgue de Bagdad le habló de una familia de ocho miembros asesinados por un helicóptero de combate en una azotea a la que habían subido a dormir para escapar de la canícula veraniega. En conjunto, las autoridades atribuían el alto número de víctimas civiles asesinadas por las fuerzas ocupantes más a los ataques aéreos que a los disparos de las fuerzas terrestres.

También en septiembre de 2004, un equipo internacional de epidemiólogos, dirigidos por Les Roberts y Gilbert Burnham, de la Escuela Johns Hopkins de Sanidad Pública, y los Dres. Lafta y Judhairi, de la Universidad Al-Mustansiriya de Bagdad, dirigieron el primero de dos estudios mucho más científicos sobre la mortalidad en Iraq. Ese estudio cubría los primeros dieciocho meses de guerra. Roberts había trabajado con un equipo conjunto del Centro para el Control de Enfermedades y con Médicos Sin Fronteras en Ruanda en 1994, y había dirigido estudios parecidos en zonas en guerra por todo el mundo. Las estimaciones de la mortalidad que encontró en la República Democrática del Congo (RDC) en 2000 fueron ampliamente citadas por los dirigentes británicos y estadounidenses y, tras ese informe, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas redactó una resolución que exigía la retirada de todas las fuerzas extranjeras de la RDC.

En Iraq, los epidemiólogos hallaron que: ‘se habían generalizado las muertes violentas… que se atribuían principalmente a las fuerzas de la coalición. La mayoría de las víctimas presuntamente asesinadas por esas fuerzas eran mujeres y niños… Haciendo un cálculo conservador, pensamos que ha habido un exceso de 100.000 muertos o más desde que se produjo la invasión de Iraq en 2003. La violencia responsable de la mayor parte del exceso de muertes y los ataques aéreos de las fuerzas de la coalición explican la mayor parte de las muertes violentas’. Ese informe se publicó en TheLancet, la revista médica británica, en noviembre de 2004 (136).

A la luz de las pruebas ya existentes que dejaban claro que los ataques aéreos de la ‘coalición’ habían matado a miles de civiles, tanto durante como después de la invasión, no había nada sorprendente en sus conclusiones. Sin embargo, los gobiernos británico y estadounidense rechazaron velozmente ese informe. Los medios estadounidenses, siguiendo con su tradición de deferencia hacia sus autoridades, tomaron ejemplo del gobierno y más o menos ignoraron el estudio. Tras la publicación del estudio del segundo equipo epidemiológico en 2006 (*), que cosechó un poco más de atención, el Presidente Bush dijo tan sólo: ‘No lo considero un informe creíble’.

El cinismo de esos desprecios oficiales quedó expuesto finalmente en otra serie de documentos británicos filtrados. El 26 de marzo de 2007, la BBC publicó un memorandum de Sir Roy Anderson, el científico asesor-jefe del Ministerio británico de Defensa, en el cual describía los métodos de los epidemiólogos como ‘lo más cercano a la buena práctica’ y el diseño del estudio como ‘robusto’. Esos documentos incluían memorandos enviados de ida y vuelta entre preocupados funcionarios británicos, que decían cosas como: ‘¿Estamos realmente seguros de que es probable que ese informe se ajuste a la verdad? Eso es ciertamente lo que implica el escrito’. Otro funcionario contestaba: ‘No aceptamos la exactitud de las cifras que aparecen en la investigación de The Lancet’, pero añadía, en el mismo email: ‘No podemos desechar la metodología de investigación utilizada, se trata de una forma probada y contrastada de medir la mortalidad en zonas de conflicto’ (137).

La metodología a la que los funcionarios británicos se referían se había basado en una ‘investigación mediante muestras de grupos’, el mismo tipo de estudio que Les Robert había utilizado en la República Democrática del Congo en 2000. El Primer Ministro Blair había citado públicamente esas cifras del estudio en la Conferencia de 2001 del Partido Laborista para justificar la política británica en África, pero rechazó el estudio realizado en Iraq declarando ante los periodistas en diciembre de 2004: ‘Las cifras aportadas por el Ministerio iraquí de Sanidad, que responden a una investigación realizada en sus hospitales, son, bajo nuestro punto de vista, la investigación más exacta existente’. Esto resulta de interés a la luz del informe de Youssef. Blair rechazó las cifras totales del informe de Lancet, pero evitó la pregunta, mucho más sensible, de quién había matado a toda esa gente, cuestión ésta en la que tanto el Ministerio de Sanidad como los epidemiólogos estaban completamente de acuerdo.

Los medios occidentales han venido citando al Ministerio de Sanidad iraquí a muy amplios niveles y a Iraqbodycount.org como fuentes de las cifras de mortalidad civil, pero ambos habían utilizado una metodología pasiva para contar las muertes, añadiendo simplemente aquellas de las que se había informado bien en los registros de los hospitales o en los relatos de los medios occidentales. La experiencia de los epidemiólogos que trabajan en las zonas de guerra por todo el mundo corrobora ese hecho, que la ‘búsqueda pasiva de información’ de las cifras de muertos en una guerra sólo capta entre el 5% y el 20% del total de muertes. Por esa razón es por la que han desarrollado la investigación por muestreo para conseguir un cuadro más exacto del impacto letal de los conflictos en los civiles, para así facilitar que los gobiernos, las agencias de las Naciones Unidas y las ONG respondan de forma más adecuada.

El método de investigación por muestreo utilizado en zonas de guerra se adoptó a partir de la práctica epidemiológica en otros tipos de crisis de sanidad pública, mediante la investigación de una muestra representativa de grupos de población para valorar la extensión total de un problema sanitario que afecte a toda la población. Como Les Robert señalaba: ‘En 1993, cuando el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU seleccionó al azar 613 hogares en Milwaukee y concluyó que 403.000 personas habían desarrollado Cryptosporidum en el mayor brote jamás recogido en el mundo desarrollado, nadie dijo que las 613 unidades familiares no fueran una muestra suficientemente grande. Resulta extraño que la lógica de la epidemiología abrazada cada día por la prensa en relación a nuevas medicinas o riesgos sanitarios cambie de alguna manera cuando el mecanismo que produce la muerte son sus fuerzas armadas’ (138).

En Iraq, en septiembre de 2004, los equipos epidemiológicos investigaron 988 unidades familiares en 33 grupos de diferentes partes del país, tratando de equilibrar el riesgo de los equipos de investigación con el tamaño necesario para una muestra significativa. Michael O’Toole, director del Centro Internacional de Salud en Australia, dijo: ‘Es un tamaño clásico de muestra. No veo prueba alguna de exageración significativa… En todo caso, creo que las muertes deben haber sido más porque no han podido trabajar con las familias donde todos sus miembros habían muerto’.

Más allá de la falsa controversia en los medios acerca de la metodología de esos estudios epidemiológicos, había una cuestión importante en el estudio de 2004 en relación con las cifras, que fue la decisión de excluir de los datos a un grupo de Faluya debido al altísimo número de muertes que se sabía se habían perpetrado allí (incluso aunque la investigación se completara antes del ataque final contra la ciudad en noviembre de 2004). Roberts escribió en una carta a The Independent: ‘Por favor, comprendan que fuimos extremadamente conservadores: hicimos una estimación para el estudio de 285.000 personas muertas en los primeros dieciocho meses de invasión y ocupación, y acabamos informando que habían sido al menos 100.000’.

El dilema al que se enfrentaron fue éste: en los 33 grupos investigados, 18 informaron de muertes no violentas (incluido uno situado en Ciudad Sadr), los otros 14 grupos informaron de un total de 21 muertes violentas y la muestra de Faluya informó de 52 muertes violentas. Esta última cifra es conservadora por la razón subrayada por Michael O’Toole. Como el informe afirmaba: ‘23 hogares de los 52 visitados habían sido temporal o definitivamente abandonados. Los vecinos entrevistados describieron una gran mortalidad en la mayor parte de los hogares abandonados pero no pudieron dar detalles precisos como para poder incluirlos en la investigación’.

Dejando a un lado este último factor, había tres posibles interpretaciones de los resultados de Faluya. La primera, que fue la que los epidemiólogos adoptaron, era que el equipo había tropezado al azar con una muestra de hogares donde el número de muertos era tan alto que no resultaba representativo y por tanto no era importante para la investigación. La segunda posibilidad era que ese resultado considerado entre los 33 grupos, en el que la mayor parte de las víctimas pertenecían a un grupo y muchos otros daban cero víctimas, era una representación precisa de la distribución de víctimas civiles en un país sometido a bombardeo aéreo de ‘precisión’. La tercera posibilidad, que incorporaba eficazmente las dos anteriores era que el grupo de Faluya era atípico, pero no lo suficientemente anormal como para justificar su exclusión total del estudio, por eso el número real de exceso de muertes está en algún lugar entre las cifras de 100.000 y 285.000.

Sin embargo, en cada caso, esas cifras eran sólo el punto medio de un registro estadístico, dejando una considerable incertidumbre acerca del número actual de muertos. Los epidemiólogos hallaron, con un 95% de seguridad, que el exceso de muertes como resultado de la guerra, excluyendo el 3% del país representado por la muestra de Faluya, estaba en algún punto entre 8.000 y 194.000. En sí mismo, esto no apenas podía ser una conclusión sólida o satisfactoria.

No obstante, era muy improbable que el número actual de muertos estuviera cercano a cualquiera de esos extremos y había un 90% de probabilidades de que fueran más de 44.000.

La muestra de Faluya, al representar estadísticamente al 3% más devastado del país, informaba de 52 del total de 73 muertes violentas halladas en la investigación. Incluso aunque esta no fuera una representación perfecta de la distribución de las muertes violentas, por definición, esas zonas del país sufrieron considerablemente mucho más que otras áreas y, sin embargo, la estimación publicada de 100.000 muertes violentas incluía efectivamente cero muertes violentas en esas zonas. El equipo investigador que visitó Faluya informó que ‘inmensas zonas de la ciudad habían quedado tan devastadas en igual o peor grado que la zona que había elegido al azar para investigar’, por tanto el área elegida pareció de hecho ser representativa de muchas zonas gravemente bombardeadas. Uno podía por tanto llegar a la estimación de ‘alrededor de un exceso de 100.000 muertes o más’ al estudiar los datos de la investigación de varias formas, lo que hizo que los autores confiaran firmemente en su interpretación. Hubo otros sesgos conservadores integrados en el estudio, como el de ignorar las casas vacías y bombardeadas, como Michael O’Toole indicaba, pero no se hizo ninguna crítica seria de que su método pudiera provocar una sobrevaloración de muertes. La principal crítica, formulada por políticos y periodistas, fue que estos estudios producían estimaciones más altas que las del recuento pasivo, pero eso es exactamente lo que uno podía esperar.

Una investigación más amplia que produjo menores cifras de mortalidad civil fue la denominada Iraq Living Conditions Survey [Investigación sobre las Condiciones de Vida en Iraq, ICVI]. Fue el Ministerio de Planificación y Cooperación para el Desarrollo de la Autoridad Provisional de la Coalición quien la llevó a cabo en abril y mayo de 2004 y el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) la publicó en mayo de 2005. El imprimátur del PNUD y el amplio tamaño de la muestra dieron credibilidad a su tranquilizadora baja cifra de alrededor de 24.000 ‘muertes por la guerra’(139).

No obstante, su estimación del número de muertos por la guerra se derivaba de una única pregunta planteada a las familias en el curso de una entrevista de 90 minutos de duración sobre las condiciones de vida dirigida por los funcionarios del gobierno de la ocupación. A diferencia, los estudios sobre mortalidad publicados en The Lancet se diseñaron con el único propósito de averiguar cifras exactas de mortalidad e incluían grandes precauciones para garantizar el anonimato de los entrevistados y para tranquilizarles sobre la independencia de los equipos investigadores.

Jon Pederson, el diseñador noruego de la ICVI, dijo él mismo que sus cifras de mortalidad eran ciertamente demasiado bajas. Los equipos de investigación que volvieron a las mismas casas y preguntaron sólo sobre las muertes de niños se encontraron con casi el doble de las que aparecían en la encuesta principal. Esto sugería precisamente que existía resistencia a informar de las muertes violentas que Roberts y sus colegas trataron de superar haciendo mucho hincapié en su imparcialidad. Y en abril o mayo de 2004, una pregunta sobre los “muertos de la guerra” podía todavía interpretarse que se refería sólo a la invasión misma, en oposición a la larga guerra de guerrillas que la siguió. Esta interpretación se apoya en el hecho de que más de la mitad de las muertes informadas en la ICVI se habían producido en la región sur de Iraq, que se llevó la peor parte de la invasión pero que posteriormente estuvo más tranquila que otras regiones.

En enero de 2005, el Ministerio de Sanidad proporcionó a la BBC un extracto de la investigación hecha en su hospital durante los seis meses anteriores que describía un cuadro similar al que se le dio a Nancy Youssef, del Knight Ridder, en septiembre. Recogía 2.041 civiles asesinados por las fuerzas estadounidenses y sus aliados, y 1.233 por supuestos insurgentes. Después de que la BBCtransmitiera esas cifras por todo el mundo, recibió una llamada del Ministro de Sanidad del gobierno de la ocupación afirmando que el informe de su ministerio estaba falseado y que el número de muertos atribuido a las fuerzas ocupantes no era exacto. La BBC se retractó y el Ministerio de Sanidad dejó de proporcionar desgloses de cifras que atribuyeran cualquier responsabilidad a las fuerzas ocupantes por las muertes de civiles (140).

Otro recuento a nivel nacional de civiles asesinados lo publicó un grupo llamado Iraqiyun el 12 de julio de 2005. Iraqiyun era un grupo humanitario iraquí dirigido por el Dr. Hatim Al-Alwani y afiliado al partido político del presidente interino Ghazi Al-Yawer. Recogía en aquel momento 128.000 muertes violentas, de las cuales el 55% eran mujeres y niños menores de 12 años. El informe especificaba que incluía sólo muertes confirmadas de las que se había informado a los familiares, omitiendo cifras importantes de personas que habían sencillamente desaparecido sin dejar huella alguna en medio de la violencia y el caos. Era muy improbable que un esfuerzo como ese recogiera todos y cada uno de los muertos que hubieran podido producirse pero era un recuente importante, por las razones ya mencionadas (141).

Después, entre mayo y julio de 2006, Roberts, Burnham y Lafta dirigieron un segundo estudio epidemiológico en Iraq para actualizar su estimación de al menos 100.000 muertes entre marzo de 2003 y septiembre de 2004. Aumentaron el tamaño de su muestra a 1.849 hogares, que comprendían 12.801 individuos en 47 grupos. Investigaban en esta ocasión los resultados de cuarenta meses de guerra. Estos factores les permitieron limitar el alcance estadístico de sus resultados. Esta vez pudieron decir, con el 95% de certeza, que entre 426.000 y 794.000 iraquíes habían muerto violentamente como consecuencia de la guerra. Estimaron que, en el mejor de los casos, había habido un exceso de 655.000 muertes, de las cuales alrededor de 600.000 fueron muertes violentas. Pudieron validarse los resultados de la anterior investigación de que en octubre de 2004 habían muerto al menos 100.000 iraquíes, con una nueva estimación de exceso de muertes, para ese período, de 112.000. Esto validó también el supuesto conservador de que la muestra de Faluya era inusual pero no irrelevante (142).

Encontraron también algunos cambios en el modelo de muertes violentas. Los tiroteos eran ahora la causa más común en el número global de muertes, y ‘la proporción de muertes atribuidas a la coalición había disminuido en 2006, aunque las cifras actuales habían ido aumentando cada año’. Sin embargo, su conclusión global fue que: ‘La cifra de gente que muere asesinada en Iraq sigue aumentando’.

Esta tendencia general era extremadamente preocupante, con cada período recogiendo más muertes violentas que en el anterior y con una proliferación de los tipos de violencia según pasaba el tiempo. Los ataques aéreos eran ahora causa de sólo el 13% del total de muertes violentas, pero seguían siendo responsables de las muertes de alrededor de la mitad de todos los niños asesinados en Iraq, resaltando la naturaleza inherentemente indiscriminada del potente armamento lanzado desde el aire. Se había registrado un inmenso aumento en las muertes violentas entre los varones de edades comprendidas entre los 15 y los 44 años, reflejando ahora el 59% de todas las muertes violentas, pero los epidemiólogos decidieron no intentar diferenciar entre muertes de combatientes y de no combatientes. Con gran parte de la población implicada ahora en la resistencia armada frente a la ocupación, sentían que hacer preguntas sobre este extremo podía poner a los equipos de la investigación ante graves riesgos y que las respuestas no iban a ser en ningún caso fiables.

Los hogares atribuyeron el 31% de las muertes violentas a las fuerzas de la coalición, lo que suponía una estimación de al menos 180.000 personas asesinadas directamente por los estadounidenses y otras fuerzas extranjeras ocupantes. Sin embargo, el informe señalaba que: ‘No se clasificaron algunas de las muertes como provocadas por las fuerzas de la coalición si en los hogares habían algún tipo de incertidumbre sobre la parte responsable; en consecuencia, la cifra de muertes y la proporción de muertes violentas atribuibles a la coalición se ajusta a criterios conservadores’. Asimismo, las fuerzas iraquíes reclutadas y entrenadas por las fuerzas de EEUU y bajo su mando jugaron un papel cada vez mayor en la guerra, en particular en el reino del terror lanzado en Bagdad en mayo de 2005. Esas fuerzas fueron responsables de las ejecuciones sumarias de miles de hombres jóvenes y adolescentes, pero esas muertes no se atribuyeron en ese estudio a las fuerzas de la ‘coalición’.

En enero de 2008, se publicaron dos estudios más sobre la mortalidad en Iraq. El primero fue la Iraq Family Health Survey [Investigación sobre la Salud Familiar en Iraq, ISFI), que realizó el mismo grupo (COSIT, por sus siglas en inglés) que había dirigido el estudio de 2004, la ICVI citada arriba. Este estudio se centró exclusivamente en la cifra de muertos y contó con alguna cooperación de la Organización Mundial de la Salud. Se publicó en el New England Journal of Medicine. Investigó las muertes habidas sólo hasta junio de 2006, para proporcionar una comparación con la segunda investigación de Roberts, Burnham y Lafta. Aunque también encontró pruebas de un inmenso incremento en la tasa de mortalidad desde la invasión, la ISFI concluyó con una estimación mucho más baja, alrededor de 150.000 muertes violentas (143).

Lamentablemente, hay varias razones para dudar de la exactitud de esta cifra más baja. Al igual que la ICVI de 2004, este estudio lo llevaron a cabo los empleados de un gobierno que formaba parte de la violencia que se intentaba cuantificar. Por tanto, podía predecirse que las cifras reales iban a subestimarse. En segundo lugar, sus cálculos acerca de la tasa de mortalidad anterior a la invasión para el año 2002 fue de alrededor de la tercera parte de la tasa oficial de mortalidad recogida por la OMS. En tercer lugar, no encontró incrementos en la tasa de muertes violentas de año en año entre 2003 y 2006. Cualquier otra serie de datos de que se dispuso, desde los estudios de mortalidad a las estadísticas sobre violencia en Iraq del Pentágono, mostraban que la violencia aumentaba año tras año. En cuarto lugar, se halló que sólo una de cada seis muertes tras la invasión se debía a la violencia, frente a la mayoría de muertes por la violencia de otros estudios epidemiológicos y de investigaciones independientes en los cementerios.

Un quinto factor que seguramente contribuyó a la baja cifra de mortalidad de la ISFI fue que era imposible investigar la mortalidad en las zonas más peligrosas, el 11% de Iraq. Se intentó compensar esto basándose en la distribución regional de muertes violentas de Iraqbodycount.org (IBC), que registra las muertes recopilándolas a partir de los informes de los medios internacionales. Sin embargo, como las áreas no investigadas eran también las más peligrosas para los periodistas internacionales, inevitablemente, IBC desestimaba también las muertes de esas zonas. Y la ISFI utilizó todo ese modelo distorsionado basado en la información pasiva para hacer su estimación sobre las muertes en las partes más letales del país.

La otra investigación, publicada en enero de 2008, la dirigió entre agosto y septiembre de 2007, Opinion Research Business (ORB), una firma de encuestas británica, conjuntamente con el Instituto Independiente de Iraq para la Administración y Estudios de la Sociedad Civil. Investigaron en 2.414 hogares y les preguntaron si habían perdido a algún miembro de la familia a causa de la violencia desde que se produjo la invasión. No pudieron investigar en tres provincias (Anbar, Karbala e Irbil), y la mayoría del 8% de los hogares que se negaron a contestar pertenecía a Bagdad, donde las tasas de mortalidad eran de las más altas. Estos factores contribuyeron a crear un sesgo conservador en sus estimaciones. A pesar de todo esto, ORB halló que alrededor del 20% de los hogares investigados habían perdido al menos a uno de sus miembros, y estimaron que habían muerto en la guerra alrededor de 1,03 millones de personas. Sin tratar de compensar los sesgos conservadores mencionados, sus datos y el tamaño de la muestra otorga un 95% de fiabilidad a una cifra de muertos de entre 946.000 y 1,12 millones (144).

Tras la publicación del segundo estudio epidemiológico en The Lancet (*), la escala de muertes violentas que reveló fue gradualmente reconociéndose entre los círculos educados de Occidente, incluido Estados Unidos. La investigación de ORB proporcionó confirmación independiente del nivel de violencia. También sugería que las muertes habían continuado aumentando durante al menos otro año tras la publicación del citado segundo estudio de The Lancet y que es muy probable que la cifra total superara el millón de muertes violentas.

El trabajo de todos estos investigadores mostró que Estados Unidos y otros gobiernos modernos no pueden desencadenar un tipo de violencia así en ningún otro país sin tener que hacer frente finalmente a las consecuencias de la preocupación de la opinión pública por la naturaleza y magnitud de sus efectos. Y, aunque las autoridades estadounidenses nunca lo admitan en público, la publicación de estos estudios servirá probablemente para refrenar algunos de sus más violentos impulsos de los comportamientos en una guerra.

Notas:

135. Nancy Youssef: "U.S. attacks, not insurgents, blamed for most Iraqi deaths”, Miami Herald, 25 septiembre 2004: http://www.commondreams.org/headlines04/0925-02.htm

136. Les Roberts et al.: "Mortality before and after the 2003 invasion of Iraq: cluster sample survey”, The Lancet, Vol. 364, 20 noviembre 2004.

137. Owen Bennett-Jones: "Iraq deaths survey was robust”, BBC World Service, 26 marzo 2007: http://news.bbc.co.uk/1/hi/uk_politics/6495753.stm

138. Nicolas J. S. Davies: "Burying the Lancet reportZ Magazine, febrero 2006.

139. http://www.iq.undp.org/ilcs.htm

140. "BBC obtains Iraq casualty figures”, BBC News, 28 enero 2005. Informe original en: http://www.informationclearinghouse.info/article7906.htm

141. "Iraqi civilian casualties”, United Press International, 12 julio 2005. http://www.upi.com/Security_Terrorism/Analysis/2005/07/12/iraqi_civilian.2280/

142. Gilbert Burnham et al.: "Mortality after the 2003 invasion of Iraq: a crosssectional cluster sample survey”, The Lancet, 11 octrubre 2006.

143. Iraq Family Health Survey Study Group, "Violence-related mortality in Iraq from 2002 to 2006”, New England Journal of Medicine, Vol. 358: 484-493, 31 enero 2008.

144. http://www.opinion.co.uk/Newsroom_details.aspx?NewsId=88

N. de la T.

(*) Véase traducción informe completo investigación 2006 de The Lancet en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=39504

Fuente: http://warisacrime.org/content/unreported-iraqi-war-deaths-revealed-wikileaks-are-only-tip-iceberg

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Está implicado Estados Unidos en los atentados de Mumbai, en India?



La agencia noticiosa Associated Press reporta que logró consultar las actas del interrogatorio realizado al ciudadano estadounidense de origen pakistaní Daood Gilani alias David Headley (es decir se cambio de nombre), implicado en los atentados perpetrados en Mumbai, India, en 2008, que costaron la vida a 168 personas.

El señor Headley se encuentra detenido en Estados Unidos, donde llegó a un acuerdo con la justicia que le garantiza que no será extraditado ni condenado a muerte. Después de múltiples trámites, los investigadores indios fueron por fin autorizados a interrogarlo, en junio de 2010.

Según las actas, el sospechoso confirmó que estuvo en los lugares de los hechos en misión de reconocimiento bajo la supervisión del «comandante Iqbal», un responsable de los servicios secretos pakistaníes que, según explicó Headley, dirige en secreto el movimiento separatista de Cachemira conocido como Lashkar-e-Taiba.

La prensa india y el ministro del Interior P. Chidambaram sospechan que los servicios secretos de Pakistán están alimentando la tensión en Cachemira con ayuda de losservicios secretos estadounidenses como medio de debilitar a la India y que lo hacen además con ayuda de grupos indios de extrema derecha hostiles a una India laica.

La rama militar del Lashkar-e-Taiba está bajo el mando de «Sajid Mir», un ex oficial superior del ejército pakistaní que se formó en la misma academia militar que Headley.

El terrorista David Headley es un empleado de la DEA (la Drug Enforcement Administration estadounidense). Sus dos esposas ya había alertado a las autoridades consulares estadounidenses de que Headley estaba preparando un atentado por cuenta del Lashkar-e-Taiba.

Pero las autoridades de Estados Unidos nunca transmitieron esa información a las autoridades indias.

http://www.voltairenet.org/article167362.html

lunes, 18 de octubre de 2010

La biografía oculta de los Obama: una familia al servicio de la CIA (2ª parte)

por Wayne Madsen*

En la segunda parte de su investigación, Wayne Madesen aborda la biografía de la madre y del padre adoptivo del presidente Barack Obama. Sigue la trayectoria de ambos como agentes de la CIA, primeramente en la Universidad de Hawai, donde se elaboran algunos de los más oscuros proyectos de la CIA, y posteriormente en Indonesia, en momentos en que Estados Unidos preparaba una enorme masacre de simpatizantes comunistas. Las carreras de la madre de Obama y de su padre adoptivo forman parte del periodo que rodeó el comienzo de la globalización en Asia y en el resto del mundo. A diferencia de la dinastía Bush, Barack Obama supo esconder hasta ahora sus propios vínculos con la CIA y, sobre todo, los que tenía su familia. Madsen concluye con la siguiente interrogante: ¿Qué esconde aún Barack Obama?

Ver primera parte: «La biografía oculta de los Obama: una familia al servicio de la CIA»

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El jóven «Barry» Obama Soetoro, a la edad de 10 años, con su padre adoptivo Lolo Soetoro, su madre Ann Dunham Obama Soetoro y su media hermana Maya Soetoro (Foto de familia publicada por Bloomberg News).

En la primera parte de este trabajo especial, el Wayne Madsen Report (WMR) revelaba los vínculos entre Barack Obama, padre del presidente estadounidense, y el envío a Estados Unidos de 280 estudiantes originarios de Sudáfrica y de los países del este de África que ya habían alcanzado la independencia o que estaban a punto de hacerlo. Mediante la entrega de diplomas universitarios, Estados Unidos se estaba garantizando la simpatía de los felices elegidos y esperaba contrarrestar los planes similares de la Unión Soviética y China.

El padre de Barack Obama fue el primer estudiante extranjero inscrito en la Universidad de Hawai. Obama padre y la madre de Barack Obama, la Srta. Ann Stanley Dunham, se conocieron en un curso de lengua rusa, en 1959, y se casaron en 1961.

El programa de invitación de estudiantes africanos estaba en manos del líder nacionalista Tom Mboya, mentor y amigo de Obama padre y, al igual que él, originario de la tribu luo. Los documentos de la CIA citados en la primera parte de este trabajo demuestran la activa cooperación de Mboya con la CIA para impedir que los nacionalistas prosoviéticos y prochinos adquiriesen influencia sobre los movimientos nacionalistas panafricanos en los sectores político, estudiantil y obrero.

Uno de los más encarnizados oponentes de Mboya era el primer presidente de la República de Ghana, Kwame Nkrumah, derrocado en 1966 durante una operación montada por la CIA. Al año siguiente, Barack Obama y su madre se reunieron con Lolo Soetoro en Indonesia. Soetoro había conocido a Ann Dunham en 1965, en la Universidad de Hawai, cuando el joven Barack tenía sólo 4 años.

Así que Barack y su madre se instalaron en Yakarta en 1967. En 1965, el general Suharto había llamado a Lolo Soetoro para que se incorporara al alto mando militar y ayudara a la planificación, con ayuda de la CIA, del genocidio de indonesios y de chino-indonesios procomunistas a través de todo el país. Suharto consolidó su poder en Indonesia en 1966, el mismo año en que Mboya ayudaba a la CIA a encontrar entre los nacionalistas panafricanos el apoyo necesario para derrocar al presidente Nkrumah en Ghana.

El East-West Center de la Universidad de Hawai y el golpe de Estado de la CIA contra Sukarno

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Vínculos entre las diversas instituciones y la CIA.

Ann Dunham conoció a Lolo Soetro en el East-West Center de la Universidad de Hawai. Ese centro estaba vinculado desde hacía mucho con las actividades de la CIA en la zona Asia/Pacífico.
En 1965, año en que Dunham conoció a Lolo Soetoro y se casó con él, se produce el nombramiento de un nuevo decano en el East-Western Center. Se trata de Howard P. Jones, quien había sido embajador de Estados Unidos en Indonesia durante 7 años que fueron capitales para aquel país, entre 1958 y 1965. Jones estaba presente en Yakarta cuando Suharto y sus oficiales, actuando por cuenta de la CIA, planificaron el derrocamiento de Sukarno, acusado, al igual que el PKI (Partido Comunista Indonesio) de ser un aliado de China [1].

El 10 de octubre de 1965, siendo ya el decano del East-West Center, Jones publicó en el Washington Post un artículo en defensa de Suharto sobre la cuestión del golpe de Estado contra Sukarno. El Washington Post lo invitaba a comentar aquel golpe de Estado, descrito como un «contragolpe de Estado» cuyo objetivo era retomar el poder de manos de los comunistas. Jones declaraba que Suharto no había hecho sino responder a un golpe de Estado comunista contra Sukarno dirigido por el teniente coronel Untung, «un capitán de batallón relativamente desconocido, destacado en la guardia presidencial».

Jones, cuyas palabras reflejan el contenido de los informes de la CIA provenientes de la embajada de Estados Unidos en Yakarta, continuaba su artículo afirmando que el supuesto golpe militar comunista del 30 de septiembre de 1965 «estaba muy cerca de tener éxito, después del asesinato de 6 oficiales del alto mando. Hubiese tenido éxito si el ministro de Defensa Nasution y varios generales no hubiesen reaccionado lo bastante rápido como para organizar un espectacular contragolpe». Por supuesto, lo que Jones no informó a los lectores delWashington Post fue que Suharto tuvo muchísimo apoyo de la CIA.

Ni Sukarno ni el gobierno indonesio, al que pertenecían líderes de segunda y tercera importancia en el PKI, reprocharon aquellos asesinatos a los comunistas. No se puede descartar la hipótesis de que los asesinatos fuesen una operación bajo bandera falsa organizada por la CIA y Suharto y destinada a poder enfilar las acusaciones hacia el PKI. Dos días después del golpe de Suharto, personas que participaban en una manifestación orquestada por la CIA incendiaron el cuartel general del PKI en Yakarta. Al desfilar ante la embajada estadounidense, que incluía también una estación de la CIA, los manifestantes gritaban: «¡Viva Estados Unidos!»

Untung declaró, por su parte, que él cuando se dio cuenta de que Suharto y la CIA estaban preparando un golpe de Estado para el día del desfile del ejército indonesio, el 5 de octubre de 1965, Sukarno y él mismo, con algunos militares leales, decidieron adelantarse a los golpistas. Jones respondió que veía en aquella versión «la tradicional propaganda comunista». Suharto se había comprometido en contra de Sukarno el 1º de octubre. Jones repitió que no había «ni una onza de verdad en la acusación que se hacía a la CIA de haber actuado contra Sukarno». Los historiadores han comprobado lo contrario.
Jones acusaba a los comunistas de aprovechar los problemas de salud de Sukarno para excluir a cualquier candidato que pudiese reemplazarlo. El objetivo de los comunistas, según Jones, era imponer como sucesor de Sukarno a D. N. Aidit, el jefe del PKI. La muerte de Sukarno no se produjo hasta 1970, cuando se encontraba en prisión domiciliaria.

Un documento de la CIA, anteriormente clasificado como documento secreto y no fechado, menciona que «Sukarno[quería] volver a la configuración anterior al golpe. Se [negaba] a acusar al PKI y al Movimiento del 30 de Septiembre [del teniente coronel Untung]; [llamó] más bien a la unidad del pueblo indonesio y [evitó] el deseo de venganza. Pero no [logró] impedir que el ejército prosiguiera sus operaciones contra el PKI; [actuó]en el sentido de esas operaciones al nombrar al general Suharto a la cabeza del ejército».
Suharto y padre adoptivo de «Barry» Obama Soetoro, Lolo Soetoro, ignoraron los llamados a la calma de Sukarno, como rápidamente habrían de comprobarlo los indonesios.


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Después del fracaso del golpe de Estado atribuido a oficiales de izquierda en 1965, Suharto (a la izquierda) desencadenó sangrientas purgas anticomunistas que costaron la vida a un millón de civiles.

Los documentos de la CIA mencionan la masacre perpetrada por Suharto contra las poblaciones chino-indonesias a través de la descripción del partido Baperki: «Los simpatizantes del partido de izquierda Baperki, muy implantado en las zonas rurales, son mayoritariamente de origen chino-indonesio.» Una nota desclasificada de la CIA, fechada el 6 de octubre de 1966, demuestra la extensión del control y de la supervisión que ejerció la CIA durante el golpe de Estado de Sukarno.
Numerosos agentes se desempeñaban como intermediarios con las unidades de Suharto que ocupaban posiciones en los alrededores del palacio presidencial, en Bogor, y de diversas embajadas en todo el país, como el consulado de Estados Unidos en Medan. Ese consulado vigilaba a los simpatizantes de la izquierda en aquella ciudad de la isla de Sumatra y, según un memorando de la CIA fechado el 2 de octubre de 1965, puso en conocimiento de la agencia que «el cónsul soviético disponía de un avión listo para evacuar a los ciudadanos soviéticos de Sumatra». La nota del 6 de octubre recomendaba también impedir que Untung tuviese demasiado apoyo entre las poblaciones del interior de la isla de Java.

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Ann Dunham Soetero «conquistando los corazones y las mentes» de los granjeros y artesanos javaneses en la aldea de Kajar.

Un informe semanal ya desclasificado de la CIA sobre Indonesia, fechado el 11 de agosto de 1967 y titulado «El nuevo orden en Indonesia», muestra que en 1966 Indonesia reestructuró su economía para cumplir las condiciones del FMI para la obtención de ayuda.
En ese informe, la CIA se regocijaba por el nuevo triunvirato instalado en el poder en Indonesia en 1967: Suharto, el ministro de Relaciones Exteriores Adam Malik y el sultán de Jogjakarta [2], quien era también ministro de Economía y Finanzas. La CIA se felicitaba también por la prohibición del PKI pero reconocía que ese partido «reunía sin embargo numerosos partidarios en el este y el centro de Java».
Es precisamente en esa región donde Ann Dunham Soetoro concentraría posteriormente sus actividades por cuenta de la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), del Banco Mundial y de la Fundación Ford, organismos que actuaban todos como pantallas de la CIA. La misión de Ann Dunham Soetoro era «conquistar los corazones y las mentes» de los granjeros y artesanos javaneses.

Una nota desclasificada de la CIA fechada el 23 de julio de 1966 presenta claramente al partido musulmán Nahdatul Ulama (NU), la formación política más poderosa de Indonesia, como un aliado natural de Estados Unidos y del régimen de Suharto. El informe demuestra que Suharto contó con la ayuda de la CIA para derrocar a los comunistas durante el periodo de contragolpe, específicamente en los lugares donde el NU estaba mejor implantado: en el este de Java, el norte de Sumatra y en varias zonas de la isla de Borneo. Otra nota desclasificada de la CIA, fechada el 29 de abril de 1966, menciona al PKI: «Los extremistas musulmanes han superado al ejército en muchos aspectos al perseguir y asesinar a los miembros del [PKI] y de otros grupos afiliados que les servían de cobertura.»

Dunham y Barry Soetoro en Yakarta y las actividades secretas de la USAID

Ya embarazada de Barack Obama, Dunham abandonó sus estudios en la Universidad de Hawai en 1960. El padre de Barack Obama abandonó Hawai en 1962 para ir a estudiar en Harvard. Dunham y el padre de Barack Obama se divorciaron en 1964.
En el otoño de 1961, Dunham se inscribió en la Universidad de Washington y comenzó a criar a su hijo. Se reincorporó a la Universidad de Hawai entre 1963 y 1966. Después de unirse a Dunham en marzo de 1965, Lolo Soetoro salió de Hawai para Indonesia el 20 de julio de 1965, tres meses antes de las operaciones de la CIA contra Sukarno.

Resulta evidente que Soetoro, promovido al grado de coronel por Suharto, regresó a Yakarta para participar en el golpe de Estado contra Sukarno, acción que provocó la muerte de un millón de civiles indonesios.
El presidente Obama preferiría que la prensa ignorara ese pasado. Y eso precisamente fue lo que hizo la prensa durante la campaña de las primarias y durante la elección presidencial de 2008.

En 1967, luego de su llegada a Indonesia con Obama junior, Dunham impartió clases de inglés en la embajada de Estados Unidos en Yakarta, que incluía una de las más importantes estaciones de la CIA en toda Asia, con importantes filiales en Surabaya, en el este de Java, y en Medan, en la isla de Sumatra. Jones dejó su cargo de decano de la Universidad de Hawai en 1968.

En realidad, la madre de Obama impartía clases de inglés por cuenta de la USAID, organización de gran envergadura que servía de pantalla para las actividades secretas de la CIA en Indonesia y en todo el sudeste asiático, en países como Laos, el sur de Vietnam y Tailandia.
El programa de la USAID se conoce con el nombre Lembaga Pendidikan Pembinaan Manajemen. Aunque su propio hijo y la gente que se relacionó con ella en Hawai describen a Dunham como una persona de mentalidad libre, «hija de los años 60», las actividades que realizó en Indonesia contradicen la tesis de que fuera una «hippie».

Los estudios de ruso que Dunham había hecho en Hawai parecen haber sido de mucha utilidad para la CIA en Indonesia. En una nota desclasificada, con fecha del 2 de agosto de 1966, el autor de dicha nota, el secretario general del Consejo de Seguridad Nacional Bromley Smith relataba que, al igual que Japón. Europa Occidental, Australia, Nueva Zelanda, Malasia y Filipinas, la Unión Soviética y sus aliados de Europa Oriental habían acogido bien la noticia del golpe de Suharto ya que creaba una Indonesia no alineada que«representaba un contrapeso en Asia ante la China comunista». Varios archivos demuestran que, al igual que Ann Dunham, varios agentes de la CIA destacados en Yakarta, antes y después del golpe de Estado de 1965, hablaban ruso.

Durante su estancia en Indonesia, y posteriormente en Pakistán, Dunham Soetoro trabajó para la Fundación Ford, el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Rakyat (el banco público indonesio perteneciente al gobierno) y para la USAID.

La USAID estuvo implicada en varias operaciones secretas de la CIA en sudeste asiático. El 9 de febrero de 1971, el [diario]Washington Star publicó que, según los responsables de la USAID en Laos, el arroz que la USAID enviaba al ejército de Laos se revendía al ejército de Vietnam del Norte en el propio Laos. El informe revela que Estados Unidos toleraba la reventa del arroz de la USAID porque el ejército de Laos evitaba así los ataques de Vietnam del Norte y de sus aliados comunistas del Pathet Lao.

La USAID y la CIA utilizaban el abastecimiento de arroz para obligar a las tribus meo de Laos a unirse a Estados Unidos en la guerra contra los comunistas. Estaba previsto que la USAID destinara fondos a la ayuda para los civiles heridos y la creación de un sistema de seguro médico en Laos, pero aquellos fondos fueron desviados y utilizados con fines militares.

En 1971, el Centro de Estudios Vietnamitas de la Universidad de Illinois en Carbondale, financiado por la USAID, fue acusado de servir de pantalla a la CIA. Se sospechó también que los proyectos financiados por la USAID a través del Consorcio de Universidades del Midwest para Actividades Internacionales (Midwest Universities Consortium for International Activities, MUCIA), que incluye las universidades de Illinois, Minnesota, Indiana y Michigan, eran en realidad proyectos secretos de la CIA.
Entre esos proyectos se encontraban los programas de «educación agraria» en Indonesia y otros proyectos en Afganistán, Malí, Nepal, Nigeria, Tailandia y Vietnam del Sur. Aquellas acusaciones se produjeron en 1971, cuando Dunham trabajaba para la USAID en Indonesia.

En un artículo publicado el 10 de julio de 1971, el New York Times acusaba a la USAID y la CIA de haber «perdido» 1 700 millones de dólares destinados al programa CORDS (Civil Operations and Revolutionary Development Support). Aquel programa era parte de la Operación Fénix, en el marco del cual la CIA torturó y asesinó a numerosos civiles, patriarcas y monjes budistas en las aldeas de Vietnam del Sur [3]. Sumas de dinero provenientes de la USAID fueron entregadas también a Air America, una compañía aérea perteneciente a la CIA en el sudeste asiático.

En Tailandia, el financiamiento de la USAID al Programa de Desarrollo Rural Acelerado (Accelerated Rural Development Program) servía de pantalla a las operaciones de lucha contra la insurrección comunista. De la misma manera, en 1971, durante los meses anteriores al desencadenamiento de la tercera guerra indo-pakistaní, los fondos de la USAID destinados a los proyectos de trabajos públicos en el este de Pakistán fueron utilizados para consolidar posiciones militares en la frontera con la India. Aquellos desvíos de fondos violaban la ley estadounidense que prohíbe la utilización de fondos de la USAID en programas de carácter militar.

En 1972, en una entrevista concedida a Metromedia News, el doctor John Hannah, director de la USAID, reconoció que la CIA utilizaba la USAID como pantalla de sus operaciones secretas en Laos. Hannah afirmaba que la USAID servía de pantalla únicamente en Laos. Pero se comprobó que la USAID también servia de pantalla en Indonesia, Filipinas, Vietnam del Sur, Tailandia y Corea del Sur. Los proyectos de la USAID en el sudeste asiático tenían que obtener la aprobación del SEADAG (Southeast Asian Development Advisory Group), un grupo que elaboraba proyectos públicos en Asia, obligado en realidad a acatar la opinión de la CIA.

En 1972 se comprobó que el programa Food for Peace, administrado por la USAID y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, recibió un financiamiento con objetivos militares para la realización de proyectos en Camboya, Corea del Sur, Turquía, Vietnam del Sur, España, Taiwán y Grecia. En 1972, la USAID solamente envió dinero a las zonas meridionales de Yemen del Norte, con vistas a armar a las fuerzas noryemenitas contra el gobierno de Yemen del Sur, dirigido en aquel entonces por socialistas contrarios a la hegemonía estadounidense en la región.

Entre las instituciones afiliadas a los trabajos de la USAID en Indonesia se hallaba la Fundación Asia (Asia Foundation), creada con ayuda de la CIA en los años 1950 para contrarrestar la expansión del comunismo en Asia. La pensión del East-West Center en la Universidad de Hawai era financiada por la Fundación Asia. El padre de Obama vivió en aquella pensión cuando llegó de Kenya, después de haber gozado de los beneficios del programa de ayuda a los estudiantes africanos que organizaba uno de los más influyentes agentes de la CIA en África, Tom Mboya.

Dunham también estuvo en Ghana, en Nepal, en Bangladesh, en la India y en Tailandia en el marco de varios proyectos de microfinanciamiento. En 1965, el padre de Barack Obama dejó Harvard y regresó a Kenya con su nueva esposa estadounidense. El padre de Obama retomó entonces contacto con su viejo amigo, el «golden boy» de la CIA Tom Mboya, y con otros políticos de origen luo, la tribu del padre de Obama. Philip Cherry dirigió la estación de la CIA en Nairobi desde 1964 hasta 1967.

En 1975 [Philip Cherry] fue nombrado jefe de la estación de la CIA en Dacca, la capital de Bangladesh. El embajador estadounidense de aquella época en Bangladesh, Eugene Booster, acusó a Cherry de estar implicado en el asesinato del primer presidente de Bangladesh, Sheik Mujiur Rahman, y en la muerte de otros miembros de su familia. La ejecución de la familia presidencial de Bangladesh probablemente fue ordenada por el secretario de Estado Henry Kissinger. Bangladesh era también una etapa en el itinerario que seguía Ann Dunham, por cuenta de la CIA, en el marco de varios proyectos de micro y macrofinanciamiento.

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Obama y sus abuelos maternos, Madelyn y Stanley Dunham, en 1979. Su abuela fue vicepresidenta del Banco de Hawai, institución bancaria utilizada por diferentes pantallas de la CIA.

Los bancos de la CIA y Hawai

Ann Dunham se quedó en Indonesia cuando el joven Barack Obama regresó a Hawai, en 1971. Puso a su hijo en manos de su abuela materna, Madelyn Dunham. Esta última fue la primera mujer que ocupó el cargo de vicepresidente del Banco de Hawai en Honolulu. Diferentes pantallas de la CIA utilizaban por entonces el Banco de Hawai para transferir fondos a los dictadores asiáticos en el poder, como el presidente de Filipinas Ferdinando Marcos, el presidente de Vietnam del Sur Nguyen Van Thieu y el general Suharto, presidente de Indonesia.

En efecto, el Banco de Hawai se encargaba de lavar el dinero de la CIA como medio de disimular el apoyo de la CIA a sus líderes políticos preferidos en la región Asia-Pacífico.

En Honolulu, una de las sociedades bancarias más utilizadas por la CIA para el lavado de dinero era la BBRDW (Bishop, Baldwin, Rewald, Dillingham & Wong). En 1983, la CIA aprobó la liquidación de la BBRDW, sospechosa de ser parte de una operación de inversiones fraudulentas que seguía el esquema piramidal o esquema de Ponzi. El senador Daniel Inouye –miembro del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense (US Senate Select Committee on Intelligence) y uno de los mejores amigos del ex senador de Alaska Ted Stevens– declaró en aquel entonces que el papel de la CIA en la BBRDW era «insignificante». Se descubrió después que Inouye había mentido.

En realidad, la BBRDW estaba ampliamente implicada en el financiamiento de las actividades secretas de la CIA en toda Asia, como las de espionaje industrial en Japón, las de ventas de armas a las guerrillas anticomunistas de los muyahidines afganos, y también en Taiwán.
Entre los dirigentes de la BBRDW se hallaba John C. «Jack» Kindschi.
Antes de jubilarse, en 1981, Kindschi fue jefe de la estación de la CIA en Honolulu. El diploma universitario que el presidente de la BBRDW, Ron Rewald, exhibía en la pared de su oficina era falso, fabricado por los expertos de la CIA. La agencia llegó incluso a agregar el nombre de Rewald en los archivos de ex estudiantes.

La CIA reescribió el pasado de la BBRWD para hacer creer que aquel banco estaba presente en Hawai desde la época de la anexión del archipiélago por parte de Estados Unidos [4]. El presidente Obama lucha en estos momentos contra una serie de acusaciones de que sus diplomas y notas obtenidos son falsos, al igual que su número de seguridad social en Connecticut y otros datos que realzan su currículum.
¿Será el descubrimiento de los documentos falsificados de la BBRDW lo dio origen a las interrogantes que hoy están saliendo a la luz sobre el pasado de Barack Obama?

La BBRDW se hallaba en el barrio de negocios de Honolulu, cerca de la sede del Banco de Hawai, donde se encontraban a su vez las cuentas enmascaradas de la CIA que administraba Madelyn Dunham, la abuela de Barack Obama. El Banco de Hawai se ocupó de las numerosísimas transacciones financieras secretas que realizaba la BBRDW.

Obama-Soetoro y «los años que vivimos en peligro» [5] en Yakarta

Es evidente que Ann Dunham Soetoro y su esposo indonesio, Lolo Soetoro, padre adoptivo del presidente Obama, estaban muy estrechamente vinculados a las actividades de la CIA tendientes a neutralizar la influencia chino-soviética en Indonesia durante «los años que vivimos en peligro» después del derrocamiento de Sukarno.
El Wayne Madsen Report descubrió que durante aquel mismo periodo varios agentes de alto rango de la CIA fueron nombrados, tanto de forma oficial como no oficial, en diferentes puestos enmascarados en Indonesia.
La cobertura la proporcionaban la USAID, los Cuerpos de Paz (Peace Corps) y la USIA (US Information Agency).

Uno de los agentes de la CIA más cercanos a Suharto era Kent B. Crane, quien había estado entre los agentes de la CIA nombrados en la embajada de Estados Unidos en Yakarta. Crane estaba tan estrechamente vinculado con Suharto que después de «su jubilación» de la CIA, parece haber sido uno de los pocos hombres de negocios «privados» en obtener del gobierno de Suharto un pasaporte diplomático indonesio.

La empresa de Crane, el Crane Group, vendía armas de pequeño calibre a las fuerzas militares de Estados Unidos, Indonesia y otros países. Crane fue consejero de Relaciones Exteriores del vicepresidente de Estados Unidos Spiro Agnew. Posteriormente el presidente estadounidense Ronald Reagan lo nombró embajador de Estados Unidos en Indonesia, nominación que no llegó a concretarse debido a sus sospechosos vínculos con Suharto.
En su lugar se nombró a John Holdridge, cercano a Kissinger. Al terminar su mandato en Yakarta, Holdridge fue reemplazado por Paul Wolfowitz.

Los protegidos de Suharto, entre ellos Mokhtar y James Riady del Lippo Group, se vieron acusados de haber inyectado, a través de contribuciones extranjeras ilegales, más de un millón de dólares a las cuentas de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992.
El presidente Barack Obama ha pospuesto por dos veces su visita oficial a Indonesia. ¿Será porque teme el interés que ese viaje pudiera despertar por los vínculos de su madre y de su padre adoptivo con la CIA?

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Ann Dunham de visita en un criadero de patos en Bali, oficialmente, en el marco de su trabajo para el desarrollo de programas de crédito bancario para pequeñas empresas.

Durante los años 1970 y 1980, Dunham se ocupaba de proyectos de microcrédito en Indonesia por cuenta de la Fundación Ford, del East-West Center y de la USAID. Entre las personas que trabajaban por entonces en la embajada de Estados Unidos se encontraba el doctor Gordon Donald Jr., quien participó en la protección de los edificios de la embajada durante las violentas manifestaciones contra Estados Unidos que se produjeron en el periodo del golpe contra Sukarno.

Dentro de la Oficina de Relaciones Económicas, Donald era responsable del microfinanciamiento de la USAID destinado a los campesinos indonesios, el mismo programa en el que Dunham trabajó en colaboración con la USAID durante los años 1970, después de haber impartido clases de inglés en Indonesia, también por cuenta de la USAID. En el libro Who’s Who in the CIA, publicado en 1968 en Alemania Occidental, se describe a Donald como un agente de la CIA que también estuvo destacado en Lahore, Pakistán, ciudad en la que Dunham haría posteriormente una estancia de 5 años, en una suite del hotel Hilton, en la realización de proyectos de microfinanciamiento por cuenta del Banco Asiático de Desarrollo.

Entre las personas que trabajaban en Yakarta, el Who’s Who in the CIA menciona también a Robert F. Grealy, quien se convertiría posteriormente en director de relaciones internacionales para la zona Asia-Pacífico en J. P. Morgan Chase y, más tarde, en director de la Cámara de Comercio para Estados Unidos e Indonesia. El presidente de J. P. Morgan Chase, Jamie Dimon, fue mencionado recientemente como posible sustituto de Richard Geithner, el secretario del Tesoro, cuyo padre, Peter Geithner, trabajaba para la Fundación Ford y tenía la última palabra en la atribución de los fondos destinados a los proyectos de microfinanciamiento de Dunham.

Los inconfesables proyectos de la CIA en Hawai

Mientras se hallaba en Pakistán, Ann Dunham recibió la visita de su hijo Barack en 1980 y 1981. Barack Obama también estuvo entonces en Karachi, en Lahore y en la ciudad india de Hyderabad. Durante aquel mismo periodo, la CIA intensificaba sus operaciones en Afganistán desde territorio pakistaní.

El 31 de enero de 1981, el director adjunto de la Oficina de Investigación e Informes de la CIA (ORR, Office of Research and Reports) transmitió al director de la CIA, Allen Dulles, una larga nota, clasificada como secreta, código NOFORN [6], y actualmente desclasificada. En dicha nota se presenta el informe sobre una misión de búsqueda de datos de inteligencia realizada entre el 17 de noviembre y el 21 de diciembre de 1957 en el Extremo Oriente, el sudeste asiático y el Medio Oriente.

El jefe de la ORR mencionaba en aquella nota su encuentro con el equipo del general retirado Jesmond Balmer, por entonces alto responsable de la CIA en Hawai, sobre el pedido que había formulado el jefe del US Pacific Command para «la recogida de numerosa información que exige largas investigaciones». El jefe de la ORR mencionaba entonces las investigaciones realizadas por la CIA para reclutar en la Universidad de Hawai «estudiantes que hablen chino (…) capaces de desempeñar misiones de inteligencia». Abordaba después los debates que se habían desarrollado en Baguio, entre el 26 y el 29 de noviembre de 1957, en un seminario de la Organización del Tratado del Sudeste Asiático sobre contraespionaje. El Comité Económico había discutido primeramente sobre los«fondos para el desarrollo económico» destinados a combatir«las actividades de subversión ejercidas por el bloque chino-soviético en la región», antes de «estudiar todas las posibles reacciones a su puesta en marcha».

Las delegaciones tailandesa y filipina hicieron muchos esfuerzos por lograr que Estados Unidos financiara un fondo de desarrollo económico que habría emprendido en la región otros proyectos de la USAID, como aquellos en los que tanto trabajaban Peter Geithner y la madre de Barack Obama.

Existe una importante masa de literatura sobre los aspectos geopolíticos de las operaciones secretas de la CIA realizadas desde la Universidad de Hawai. No sucede lo mismo con los elementos más tenebrosos de la búsqueda de información de inteligencia y las operaciones como MK-ULTRA, que no se han asociado sistemáticamente a la Universidad de Hawai.

Varias notas desclasificadas de la CIA fechadas el 15 de mayo de 1972 mencionan la implicación del Departamento de Defensa ARPA (Advanced Research Projects Agency) y de la Universidad de Hawai en un programa de la CIA para estudios del comportamiento. Esas notas fueron redactadas por el entonces director adjunto de la CIA Bronson Tweedy, el director del PRG (Program Review Group) de la US Intelligence Community y el director de la CIA Robert Helms. Las notas tienen como tema «las investigaciones realizadas por el ARPA sobre la inteligencia».
La nota del director del PRG aborda una conferencia en la que participó, el 11 de mayo de 1972, el teniente coronel Austin Kibler, director de estudios del comportamiento en el ARPA. Kibler supervisaba las investigaciones del ARPA sobre modificación del comportamiento y vigilancia remota. Los memos del director del PRG mencionan a varios altos responsables: Edward Proctor, director adjunto de la CIA a cargo de la inteligencia; Carl Duckett, director adjunto de la CIA a cargo de ciencias y tecnologías, y John Huizenga, el director del Office of National Estimates [7].

En 1973, luego que el entonces director de la CIA, James Schlesinger, ordenara una investigación administrativa sobre la totalidad de los programas de la CIA, la agencia presentó toda una serie de documentos sobre diversos programas, lo que se designó con la expresión «joyas de familia». La mayoría de aquellos documentos fueron publicados en 2007.
En ese mismo momento se supo que Helms le había ordenado al doctor Sidney Gottlieb que destruyera los documentos vinculados a las investigaciones que estaba realizando. El doctor Gottlieb dirigía el proyecto MK-ULTRA, un programa investigativo de la CIA sobre modificación del comportamiento, lavado de cerebro e inyección de drogas.
En un memo del agente de la CIA Ben Evans para el director de la CIA William Colby, fechado el 8 de mayo de 1973, Duckett expresaba su opinión: «Sería inoportuno que el señor Director se declara al tanto de ese programa», refiriéndose así a los experimentos que realizaba Gottlieb para el proyecto MK-ULTRA.

Después de la publicación de las «joyas de familia», varios miembros de la administración del presidente estadounidense Gerald Ford, entre ellos el jefe de gabinete de la Casa Blanca Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, se aseguraron de que no se hiciera ninguna revelación sobre los programas de modificaciones del comportamiento y sicológicas, entre los que figuraban los proyectos MK-ULTRA y ARTICHOKE.

Varios memos del 15 de mayo de 1972 mencionan el proyecto SCANATE, que comenzó aquel mismo año. Se trata de uno de los primeros programas de investigación de la CIA sobre la guerra sicológica, particularmente sobre el uso de sustancias psicotrópicas con fines de vigilancia remota y de manipulación sicológica. Se mencionan Kibler, del ARPA, y «su subcontratado». Más tarde se sabría que se trataba del Stantford Research Institute (SRI), situado en Menlo Park, California.

Helms envió un memo a personajes como Duckett, Huizenga, Proctor y el director de la agencia de inteligencia del Departamento de Defensa (Defence Intelligence Agency, DIA). Este último heredaría posteriormente el proyecto de la CIA denominado «GRILL FLAME» sobre la vigilancia remota. Helms insistía en el hecho que el ARPA venía apoyando «desde hace cierto número de años» las investigaciones sobre el comportamiento y las potenciales aplicaciones que pudieran ser útiles para la labor de inteligencia, «con la participación del M.I.T., de Yale, de la Universidad de Michigan, de la UCLA, de la Universidad de Hawai y de otras instituciones o grupos de investigación».

La colaboración de la Universidad de Hawai con la CIA en materia de guerra sicológica aún prosigue hoy en día. La doctora Susan Brandon, actual directora del programa de estudio del comportamiento del Centro de Contraespionaje y de Inteligencia (Defence Counterintelligence and Human Intelligence Center, DCHC) en el seno de la DIA, obtuvo su doctorado en psicología en la Universidad de Hawai. Brandon parece haber estado implicada en un programa secreto, resultado de la colaboración de la APA (American Psychological Association), la RAND Corporation y la CIA, programa destinado a «mejorar los procedimientos de interrogatorio».

El objetivo de esas investigaciones tenía que ver con la privación de sueño y la percepción sensorial, la aplicación de dolores intensos y de completo aislamiento, métodos aplicados a los prisioneros de la base aérea de Bagram, en Afganistán, y de otras prisiones secretas [8].

Brandon fue también asistente del director del Departamento de Ciencias Sociales, del Comportamiento y Educativas en el Buró de Ciencia y Tecnología de la administración de George W. Bush.

O sea, los vínculos entre la CIA y la Universidad de Hawai no disminuyeron a fines de los años 1970; el ex presidente de la Universidad de Hawai entre 1969 y 1974, Harlan Cleveland, fue invitado a dar una conferencia en el cuartel general de la CIA, el 10 de mayo de 1977.
Antes de asumir funciones en la Universidad de Hawai, Cleveland fue secretario del Buró de Asuntos vinculados a las Organizaciones Internacionales (Bureau of International Organization Affairs) de 1965 à 1969.

Un memo del director de formación de la CIA, fechado el 21 de mayo de 1971, indica que la CIA reclutó a un oficial de la Marina que estaba comenzando el segundo curso de estudios en la Universidad de Hawai.

La familia Obama y la CIA

Existen muchísimos documentos sobre los vínculos de George H. W. Bush con la CIA y sobre las actividades que su padre y sus hijos, como el ex presidente George W. Bush, realizaron por cuenta de la CIA.

Por su parte, Barack Obama logró disimular sus propios vínculos con la agencia, al igual que los de sus padres, su padre adoptivo y su abuela (muy poco se sabe sobre su abuelo, Stanley Dunham.

Se supone que dirigió un comercio de muebles en Hawai después de servir en Europa durante la Segunda Guerra Mundial). A diferencia de los demás miembros del gobierno federal, los presidentes y vicepresidentes de los Estados Unidos no son objeto de ninguna investigación sobre sus antecedentes antes de entrar en funciones.

Ese trabajo de verificación queda en manos de la prensa. En 2008, los periodistas fallaron lastimosamente en cuanto a su deber de informar al público cuando investigaron sólo muy superficialmente sobre el hombre que iba a hacer entrada en la Casa Blanca. Los vínculos de sus padres con la Universidad de Hawai y el papel de esa universidad en los proyectos MK-ULTRA y ARTICHOKE plantean la siguiente interrogante:
«¿Qué esconde aún Barack Obama?»

La biografía oculta de los Obama: una familia al servicio de la CIA

por Wayne Madsen*

El periodista de investigación Wayne Madsen ha logrado compilar varios archivos de la CIA que demuestran los vínculos de esa agencia de espionaje con instituciones y personas estrechamente ligadas a Barack Obama, así como a sus padres, su abuela y su abuelo. La primera parte de este trabajo subraya la participación de Barack Obama padre en las acciones de la CIA en Kenia, operaciones destinadas a obstaculizar que el comunismo ganara terreno en ese país gracias a la influencia de China y de la Unión Soviética en los medios estudiantiles. Las operaciones de la CIA en Kenia tenían también como objetivo evitar el surgimiento de líderes africanos no alineados.

De 1983 a 1984, Barack Obama trabajó como analista financiero en una sociedad llamada Business International Corporation, una empresa conocida como siendo una tapadera de la CIA.

Business International Corporation, la empresa tapadera de la CIA en la que trabajaba el futuro presidente estadounidense, organizaba conferencias en las que reunía a los más poderosos dirigentes y utilizaba a periodistas como agentes en el extranjero.

El trabajo que el propio Barack Obama realizó en esa empresa a partir de 1983 coincide con las misiones de espionaje por cuenta de la CIA que su madre, Stanley Ann Dunham, había realizado durante los años 1960, después del golpe de Estado en Indonesia, como trabajo para otras instituciones que también servían de pantalla a la CIA, como la East-West Center de la universidad de Hawai, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (United States Agency for International Development, USAID) [1] y la Fundación Ford [2].

Fue durante su trabajo en el East-West Center, en 1965, que la madre de Obama conoció a Lolo Soetoro, el padrastro de Obama, y se casó con él.
Soetoro fue enviado nuevamente a Indonesia en 1965 como oficial de alto rango encargado de servir de consejero al general Suharto y a la CIA en el sangriento derrocamiento del presidente Sukarno [3]

El padre de Barack Obama había conocido a la madre, en 1959, en un curso de idioma ruso organizado en la universidad de Hawai. Barack Obama padre figuraba entre los seleccionados para participar en un intercambio entre [la región] Este de África y Estados Unidos, intercambio que debía incorporar 280 estudiantes africanos a diferentes instituciones universitarias estadounidenses.

Según un despacho de la agencia Reuters fechado en Londres el 12 de septiembre de 1960, aquella operación contaba simplemente con una «ayuda» proveniente únicamente de la Fundación Joseph P. Kennedy.
Su objetivo era entrenar y adoctrinar a futuros agentes que debían ejercer su influencia en África, continente que por aquel entonces estaba convirtiéndose en un terreno de confrontación entre Estados Unidos, la Unión Soviética y China, potencias que trataban de ganarse a los regímenes de los países africanos que acababan de alcanzar la independencia o que estaban a punto de lograrla.

Durante la selección de los estudiantes que serían enviados a Estados Unidos, Masinda Muliro, vicepresidente de la Unión Democrática Africana de Kenia (Kenyan African Democratic Union, KADU), había denunciado las preferencias tribales a favor de la etnia kikuyu, mayoritaria, y de la minoritaria etnia luo.
Aquel favoritismo privilegiaba a los simpatizantes de la Unión Nacional Africana de Kenia (Kenyan African National Union, KANU), cuyo líder, Tom Mboya, tenía un pasado como nacionalista y sindicalista. Fue Mboya quien decidió el envío de Barack Obama padre a la universidad de Hawai como estudiante. Obama padre, ya casado en Kenia, donde era padre de un hijo y estaba en espera de otro, se casó con Stanley Ann Dunham en la isla de Maui el 2 de febrero de 1961. Dunham ya tenía 3 meses de embarazo de Barack Obama en el momento de su unión con Obama padre, quien se convirtió en el primer estudiante africano incorporado a una universidad estadounidense.

También según la agencia Reuters, Muliro declaró que quería enviar a Estados Unidos una delegación para investigar a los estudiantes kenianos que habían recibido «regalos» provenientes de estadounidenses y «garantizar que los regalos que se hicieran a los estudiantes en el futuro [fuesen]administrados por personas sinceramente preocupadas por el desarrollo de Kenia».

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La CIA habría reclutado a Tom Mboya en el marco de un programa llamado «liberación selectiva», programa generosamente financiado por la CIA y cuyo objetivo era aislar al presidente Kenyatta, quien fue el fundador de la República de Kenia, y considerado por la agencia de espionaje estadounidense como una persona de «no confianza».

Mboya recibió en aquella época una subvención ascendiente a 100 000 dólares proveniente de la Fundación Joseph P. Kennedy, en el marco del programa de invitación de estudiantes africanos, después de haber rechazado una propuesta similar de parte del Departamento de Estado. Resulta evidente que a Mboya le inquietaban las sospechas que la entrega de una ayuda oficial estadounidense podía provocar entre los políticos kenianos procomunistas, quienes ya sospechaban que Mboya estaba vinculado a la CIA.
Así que el financiamiento del programa se garantizó a través de la Fundación Joseph P. Kennedy y de la Fundación de Estudiantes Afroamericanos.
El padre de Obama no estuvo en el primer grupo enviado a Estados Unidos por vía aérea, sino en uno de los siguientes. Aquel programa de ayuda a los estudiantes africanos, organizado por Mboya en 1959, incluía estudiantes de Kenia, Uganda, Tanganyka, Zanzíbar, Rhodesia del Sur y del Norte (hoy Zambia y Zinbabue) y de Nyasaland (hoy Malawi).

La agencia de noticias Reuters reporta además que Muliro denunciaba por entonces que el favoritismo existente en la selección de los beneficiarios de la ayuda estadounidense«molestaba y amargaba a los demás estudiantes africanos». Muliro señalaba que «se daba preferencia a las tribus mayoritarias [los kikuyus y los luos] y que muchos de los estudiantes seleccionados por Estados Unidos no habían logrado pasar los exámenes de admisión mientras que otros estudiantes no seleccionados tenían mejores referencias».

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Enviado a Hawai por la CIA, Barack Obama senior, es decir el padre del actual presidente de los EEUU, Barack Obama junior, llevando las tradicionales flores en el cuello símbolo de bienvenida en la isla, se deja fotografiar en compañía de Stanley Dunham (a la izquierda de Obama senior), es decir el abuelo materno del presidente Barack Obama.

El padre de Obama era amigo de Mboya y pertenecía a la etnia luo. Al ser asesinado Mboya, en 1969, Obama padre compareció como testigo en el juicio contra el presunto asesino. Incluso afirmó haber sido él mismo objeto de un intento de asesinato en plena calle después de su testimonio ante el tribunal.

El padre de Obama partió de Hawai en 1962 para estudiar en Harvard y se divorció de Dunham en 1964. Se casó nuevamente con una estudiante de Harvard, Ruth Niedensand, una estadounidense judía, y volvió con ella a Kenia, donde tuvieron dos hijos. Aquella unión también terminó en divorcio. Obama padre trabajó en el ministerio de Finanzas y en el ministerio de Transportes de Kenia, así como en una compañía petrolera. Murió en un accidente automovilístico, en 1982, y los principales políticos de Kenia asistieron a sus funerales, entre ellos Robert Ouko, quien se convertiría posteriormente en ministro de Transportes y sería asesinado en 1990.

Los documentos de la CIA indican que Mboya era un importante agente de influencia que trabajaba por cuenta de la CIA, no sólo en Kenia sino en todo el continente africano. Según un informe semanal secreto de la CIA (CIA Current Intelligence Weekly Summary), fechado el 19 de noviembre de 1959, Mboya tenía la misión de vigilar a los extremistas durante la segunda Conferencia Panafricana de Túnez (All-Africa People’s Conference, AAPC).

El documento de la CIA reporta que «serias fricciones [se habían] desarrollado entre el primer ministro de Ghana, Kwame Nkrumah, y el nacionalista keniano Tom Mboya quien [había]participado activamente en diciembre [de 1958] en la vigilancia sobre los extremistas durante la primera Conferencia Panafricana en Accra». La expresión «participado activamente» parece indicar que Mboya cooperaba con la CIA, cuyo informe fue redactado por sus agentes destacados en Accra y Túnez. Fue durante aquel período de «colaboración» con la CIA en Accra y en Túnez que Mboya asignó una beca de estudios al padre de Barack Obama y le ofreció la posibilidad de salir del país y de estudiar en la universidad de Hawai, donde encontraría a la futura madre del actual presidente de Estados Unidos y se casaría con ella.

En un informe semanal secreto de la CIA anterior, con fecha del 3 de abril de 1958, aparecen la siguientes frase: «[Mboya] sigue siendo uno de los dirigentes africanos más prometedores». En otro informe semanal secreto, fechado el 18 de diciembre de 1958, la CIA califica al nacionalista keniano MBoya de «joven vocero capaz y dinámico» durante su participación en los debates de la Conferencia Panafricana y lo describe como un opositor ante «extremistas» como Nkrumah, quien contaba con el apoyo de «los representantes chino-soviéticos».

En un documento desclasificado de la CIA sobre la Conferencia Panafricana de 1961, el conservadurismo de Mboya, al igual que el del tunecino Taleb Sliam, se define claramente como contrapeso ante la política de izquierda del clan Nkrumah. Los procomunistas habían sido electos a la cabeza del comité organizador de la Conferencia Panafricana durante la conferencia del Cairo, en 1961, a la que asistió Mboya.

En el informe de la CIA aparecen los nombres de varios de aquellos dirigentes, como el senegalés Abdoulaye Diallo, secretario general de la Conferencia Panafricana; el argelino Ahmed Bourmendjel; el angoleño Mario de Andrade; Ntau Mokhele de Basutoland (antiguo Lesotho); el camerunés Kingue Abel; Antoine Kiwewa, del Congo belga (la actual República Democrática del Congo); el ghanés Kojo Botsio; el guineano Ismail Touré, T. O. Dosomu Johnson, de Liberia; el maliense Modibo Diallo; el marroquí Mahjoub Ben Seddik, el nigerino Djibo Bakari; el nigeriano Tunji Otegbeya; Kanyama Chjume, de Nyassaland; el somalí Ali Abdullahi; el sudafricano Tennyson Makiwane y Mohamed Fouad Galal, de los Emiratos Árabes Unidos.

Los únicos participantes que recibieron la aprobación de la CIA fueron Mboya (quien, según todo indica, era un colaborador de la CIA); Joshua Nkomo, de Rhodesia del Sur; B. Munanka, de Tanganyka; el tunecino Abdel Magid Shaker y el ugandés John Kakongé.

Finalmente se produce la destitución de Nkrumah, después de un golpe de Estado orquestado por la CIA mientras que el líder realizaba una visita a China y Vietnam del Norte. Aquella operación se produce un año después de la que realizó la CIA contra el presidente Sukarno, otro golpe de Estado en el que participó la familia de Obama por parte de madre.
Ciertos elementos hacen pensar que el asesinato de Mboya, en 1969, fue organizado por agentes chinos que actuaban por cuenta de las facciones gubernamentales que el presidente keniano, Jomo Kenyatta, había puesto a cargo de la lucha contra Mboya y, por consiguiente, de la eliminación de un político africano proestadounidense de primera línea. Todas las embajadas de Nairobi pusieron sus banderas a media asta como homenaje a Mboya, con excepción de la embajada de la República Popular China.

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Jomo Kenyatta, primer presidente de Kenia después de salir del colonialismo.

La influencia que Mboya ejerció sobre el régimen de Kenyatta se prologará durante mucho tiempo después de su muerte, aún en vida del padre de Barack Obama. En 1975 se produce el asesinato de Josiah Kariuki, socialista miembro del partido KANU (partido a cuya creación había contribuido junto con Mboya y con el padre de Barack Obama. Después de aquel asesinato, Kenyatta expulsa del gobierno a tres ministros rebeldes que«estaban personalmente vinculados a Kariuki o a Mboya». Dicha información se clasificó primeramente como secreta (nivel de clasificación Umbra) y aparece en varias notas de servicio de la CIA en el Medio Oriente, en África y Sudáfrica. Fue divulgada posteriormente a través de la red COMINT, el 24 de junio de 1975. La información de inteligencia que figura en ese informe, como lo demuestra su nivel de confidencialidad, proviene de escuchas efectuadas por el ministerio del Interior de Kenia. Nadie fue acusado nunca por el asesinato de Kariuki.

Las escuchas a las que fueron sometidas personas vinculadas a Mboya y Kariuki prueban que la NSA y la CIA mantuvieron bajo vigilancia al padre de Barack Obama, quien –como ciudadano extranjero en Estados Unidos– podía ser sometido ocasionalmente a escuchas de manera legal, escuchas de las que se encargan la NSA [la National Security Agencyestadounidense] y el Government Communications Headquarters (GCHQ, servicio de espionaje electrónico del gobierno británico).

(Continuará…)

http://www.voltairenet.org/article166882.html

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